El procés ha muerto para el líder del PP en Cataluña, pero Feijóo lo resucita porque lo necesita vivo. Podría resultar cómico ver a Alberto Núñez Feijóo saliendo a revisar la posición marcada por Alberto Fernández tras las elecciones en Cataluña después del mejor resultado del PP en 15 años, pero tiene un sentido existencial para el líder nacional. Sin el procés en la primera línea se queda sin relato político de agravio. No tiene proyecto más allá de enseñar el espantajo independentista por toda España. ¿Cómo vas a decir que Pedro Sánchez se rinde al separatismo a cambio de unos votos para lograr la independencia de Cataluña si declaras muerto el procés?
La diferencia de percepción de la realidad catalana en la derecha, vista desde los ojos del líder en Cataluña y el líder nacional, se entiende también al ver cómo han ocultado la crítica a la ley de amnistía allí donde habitan los receptores del privilegio y cómo es el centro de todo el discurso desde la corte madrileña. Cataluña siempre ha sido una región que azotar para enardecer nacionalistas españoles fuera de la región y por eso necesita como agua de mayo para las elecciones europeas de junio mantener vivo el fantasma del independentismo.
Alberto Núñez Feijóo necesita a Carles Puigdemont de presidente para su proyecto del mismo modo que el independentismo catalán necesita a la derecha en la Moncloa para revivir el proceso independentista. El nacionalismo de ambos proyectos es un vaso comunicante que se nutre exacerbando los bajos instintos del contrario. Es una simbiosis virtuosa que comienza a palidecer cuando los agravios se aminoran, por eso no es extraño que los indultos y la amnistía hayan coincidido con el punto más bajo del independentismo y la represión del 1 de octubre alzó los números independentistas hasta cuotas nunca vistas en democracia.
El antagonismo nacional no implica que no haya una filia económica, social e incluso sionista que los ayudará a pactar cuando la amnistía haga efecto, pero hasta entonces veremos naves ardiendo más allá de Orión, cosas increíbles hasta hace no mucho y, me atrevo a aventurar, pactos secretos o furtivos de cara a la conformación de la mesa del Parlament entre el PP y Junts para garantizarse puestos por ambas partes que puedan facilitar lo que ambos quieren, que Puigdemont pueda optar a la presidencia del Parlament evitando que el PSC de Salvador Illa logre la presidencia de la Generalitat. Solo hay alguien que quiere más que Carles Puigdemont su repetición como Molt Honorable President y es Alberto Núñez Feijóo.
No hay nada que vaya a desinflamar más la política nacional que la desaparición de Carles Puigdemont de la política activa, por eso todos aquellos que viven de la tensión lo necesitan. El procés nos legó la aparición en la vida pública de la extrema derecha que estaba latente y que surgió con fuerza en Andalucía en el primer proceso electoral existente tras la irresponsable e ilusoria declaración independentista y ahora tras su establecimiento tiene la capacidad para capitalizar el rechazo a la inmigración que comparten tanto la derecha española como la catalana. La confluencia de intereses es amplia.
Si la prioridad nacional desaparece se podrá atender la justicia social en Cataluña, pero también en el resto de España. Hay pocos análisis que otorguen al procés el declive de las formaciones de izquierdas transformadoras, pero este sí lo hará. La pujanza del proceso independentista por parte de aquellos que se veían señalados por los proyectos surgidos del 15M cambió el paso a la izquierda y les obligó a posicionarse en un eje que les desactivaba colocándoles en una posición imposible que les ponía del lado de un proyecto nacionalista de privilegiados o en un polo de represión inasumible. La polarización nacional mató a la izquierda transformadora y solo hay que ver el resultado electoral de Podemos antes de 2017 y cómo a partir de los hechos de octubre comenzó un declive que no tiene visos de mejorar con Sumar. La desaparición de Puigdemont será la mejor noticia para la izquierda, por eso Feijóo lo necesita.