Isabel Díaz Ayuso, o IDA para los enemigos, ha dado una de esas entrevistas lisérgicas en el programa de Ana Rosa que no mejorarían ni con guión previo pasado horas antes por Miguel Ángel Rodríguez, sin descartar del todo que eso pueda suceder. La lideresa de la familia, que siempre se ha victimizado con su pose de La Dolorosa porque los periodistas usemos el acrónimo de su nombre ha acusado a todos sus adversarios de haber "enloquecido". Para su uso y disfrute no le preocupa demasiado usar la patologización y la salud mental y pretende que el resto tengamos piedad de sus delirios manifiestos atendiendo a sus declaraciones.

Ayuso no defrauda y no deja oportunidad para mostrar el nerviosismo con el que afronta cualquier cuestión relativa a "Alberto Quirón" incluso en la cadena amiga, amiguísima, que en ningún momento se atreve a cuestionar nada de lo que diga quien les procura grandes beneficios mediáticos. La entrevista de hoy ha ido un poco más lejos y alguien que le quiera debería decirle que parara. Es cierto que es difícil que alguien de su entorno lo haga porque de que ella permanezca donde está ha dependido el mantenimiento y los negocios de todos y cada uno de ellos, desde su padre, ya fenecido, a su madre, hermano, novio y exnovios. Además, todos sabemos que alguien con el nivel intelectual y profesional de Isabel Díaz Ayuso jamás podría vivir en un ático en uno de los mejores barrios de Madrid, y más si sabemos que ese inmueble está a nombre de la empresa del abogado del novio de Quirón.

En el deliro constante en el que se ve inmerso IDA ha dado varias declaraciones que me creo firmemente que ella se crea. Son mentira, pero ella se las cree de verdad. Estoy convencido de que piensa que un Gran Hermano estatal le persigue y que vive en una novela de George Orwell. Por eso estoy preocupado por ella. Hasta con la sorpresa de Ana Rosa por lo que estaba escuchando la presidenta de la Comunidad ha asegurado que Moncloa ha intervenido su teléfono móvil personal y ha borrado mensajes de WhatsApp que tenía con el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, mensajes que ella misma consideraba intrascendentes pero que aún así ha afirmado con rotundidad que desde el gobierno se le ha espiado para borrar los mensajes entre ella y el presidente del gobierno. Quizás Ana Rosa podría haber aprovechado para preguntarle a ver si tiene activado la función de borrado automático para evitarnos al resto el bochorno. Pero lo grave no es lo que dice, lo grave es que Ayuso lo cree de verdad. Y ya no por los servicios públicos de Madrid, que no los puede dejar más devastados, sino por ella misma alguien debería hablar con ella y decirle que eso no es normal. Porque no es normal, Isabel. En serio que no es normal. Algo no va bien.

Solo un momento antes del momento cumbre de la entrevista en la que acusa a Moncloa de espiarle el teléfono personal para borrar las conversaciones con Pedro Sánchez, dijo en la primera pregunta que el presidente del Gobierno había dicho que la quería matar. No de forma retórica, ni metafórica, que quería acabar con ella. Matarla. Sí, matarla. No solo obviamente es mentira que Pedro Sánchez haya dicho que quiere matar a Isabel Díaz Ayuso, sino que hay que entender lo problemático que es que la presidenta de una comunidad con el poder como Madrid haga esas afirmaciones sin que nadie en su partido salga a reprenderla. Pero qué va a hacer Feijóo si manda menos que Miguel Ángel Rodríguez. Está claro que IDA se siente acorralada por los casos del ático y su novio y la entrevista con Ana Rosa Quintana es solo una muestra más de que ni con todo el apoyo mediático de Madrid puede evitar mostrar que se siente nerviosa y atenazada ante la verdad. Porque se sabrá, Isabel. Se sabrá todo. Pero hasta entonces deberías tomarte un descanso por el bien tuyo y de los que tenemos que escucharte.