Las mujeres feministas han sido criminalizadas de manera sistemática desde hace un año y empezamos a recoger los frutos de ese odio sembrado. Hay muchos responsables de ese ataque frontal a las libertades, la igualdad y los derechos humanos que ayer se hicieron visibles. Los victimarios los conocemos, el discurso de odio machista de VOX y sus satélites mediáticos. Pero también los cómplices, los que adaptan su discurso para asimilarlo a la extrema derecha, y la izquierda cobarde que prefiere entregar las armas de las movilizaciones feministas en vez de plantarse y defenderlas. Un 8M lleno de infamia que sirve para marcar a aquellos que lo propiciaron.
Amaneció la mañana con el mural feminista de Ciudad Lineal vandalizado. El mural que fue señalado por VOX y para el que fijó una estrategia de acción Macarena Olona: "Su sectarismo, nuestra brocha". Nunca jamás ese mural habría sido objetivo de un acto vandálico sin que los posfascistas verdes lo hubieran puesto en la diana con la aquiescencia de Ciudadanos y el alcalde de Madrid. Por mucho que ahora quieran desmarcarse y hacerse los indignados, porque son igualmente responsables. La estrategia de la ultraderecha es provocación y violencia, buscando una reacción que motive una escalada similar a la de la primavera de 1936. Provocar, realizar actos de violencia, para que haya una reacción, victimizarse y justificar una acción violenta superior. Recuérdenlo, queda escrito.
Esos cómplices de ese discurso machista que hicieron del 8M un día de violencia contra las mujeres y el feminismo no están solo en VOX. Al menos en el partido, porque sí en su espectro ideológico. El periodismo a sueldo de la extrema derecha, de ahora, y de antes, también hizo su trabajo. Isabel San Sebastián, una vocera de la alt-right con tinte trumpista, dijo el día de antes del 8M que Irene Montero era una niñata cuyo único mérito era haberse metido en la cama de Pablo Iglesias. Esta semana seguirá premiada en su silla televisiva con su pose indigna escupiendo sus soflamas, porque para eso la llaman. Pobre Isabel. Que se ha esforzado mucho y sabe distinguirlo. La hija de papá, del diplomático franquista Félix San Sebastián Chamosa, lo que se ha esforzado en su vida para excretar sus diatribas. No lo sabe nadie.
La alumna aventajada de VOX en Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no pudo faltar el 8M para tener su minuto de gloria en contra del feminismo. Siempre ha habido reacción entre las beneficiarias de la lucha feminista, hubiese sido demasiado fácil sin ellas. La presidenta de la Comunidad de Madrid evitó una visita de Irene Montero a un Instituto el 8M para que no "adoctrinara", a la ministra de Igualdad, el día de la mujer, mientras permitía al ultra de Javier Ortega Smith acudir a otro centro. El machismo siempre tuvo cómplices entre las mujeres. No hay que bajar la guardia. Pero hablemos del PSOE. Ay, el PSOE. Qué manera de ensuciar un legado impoluto en defensa de los derechos civiles. La prohibición cobarde de las movilizaciones, que algunas feministas ignoraron cumpliendo con su derecho sin poner en riesgo la salud, fue una mancha que jamás podrá quitarse incidiendo en la criminalización del movimiento feminista. Una infamia que acrecentó el delegado del gobierno José Manuel Franco, que tiene que dimitir ya, después de que la policía sacara a empujones a dos feministas que estaban leyendo un manifiesto. Una imagen que se produjo el día después de que los ultras del Atlético de Madrid se reunieran a miles en el Wanda Metropolitano con un cordón policial que les permitió la concentración. No nos merecemos en Madrid un PSOE tan vergonzante.
El 8M ayer estuvo en los coleteros y las pinturas de colores, en las sonrisas de las niñas y las pancartas en los balcones. Volverá con más fuerza el año que viene, a pesar de la reacción, los cómplices y los pusilánimes. Porque no hay mayor fuerza que la de la justicia y la verdad, y esa está del lado del feminismo y las mujeres. Una pulsión imparable que late en las palabras de Ana Pérez Cañamares para Ángela Figuera Aymerich: "Hay una fila de mujeres detrás de mí y veo la nuca de la que me sucede".