Les describo los hechos. Un hombre de 26 años y vecino de Bilbao entra a toda velocidad con su coche en el área de urgencias de un centro de salud de Haro (La Rioja) gritando consignas contra el gobierno y atropellando a los sanitarios que esperaban junto a sus ambulancias. Cinco personas resultaron heridas y una de ellas falleció. La Guardia Civil reconoce que el autor del atropello entró gritando esas proclamas contra el gobierno pero descarta un atentado terrorista porque el detenido tenía un problema mental diagnosticado y acudía a la consulta junto a sus padres.
Hagan ustedes un ejercicio de imaginación. Piensen que los hechos son los mismos pero en vez de gritando consignas al gobierno el autor del atropello hubiera gritado 'Alá es grande'. Tiene los mismos problemas mentales diagnosticados pero la proclama política es distinta. La interpretación de la benemérita hubiera sido otra a pesar de lo que luego pueda dirimirse en la instrucción judicial, y no es una hipótesis, es una constatación de lo que ha ocurrido en los ataques producidos por ciudadanos árabes lanzando consignas religiosas aunque estuviera probada la situación de delirio y paranoide del atacante. No es una casualidad que el objetivo del ataque terrorista, porque sí, lo es en términos políticos, a pesar de lo que diga la Guardia Civil, sean sanitarios porque han sido el foco principal de las teorías conspirativas de la extrema derecha desde la pandemia. El objetivo, unido a las proclamas lanzadas por el atacante harían que, al menos, la Guardia Civil hubiera sido más prudente a la hora de descartar la motivación terrorista porque así ha actuado en casos con motivaciones religiosas integristas.
Las personas con problemas mentales severos pueden verse influidas de manera dramática por discursos de odio y conspiranoicos porque dan sentido a su situación y reafirman que su situación paranoide esté justificada. En el Reino Unido se reveló que un número importante de personas derivadas a programas antirradicalización sufren algún tipo de enfermedad mental y que si bien los terroristas que operan conjuntamente no suelen tener problemas mentales asociados el problema se dispara en los llamados "lobos solitarios" que se radicalizan a través de internet. Jennifer Shaw, directora de salud mental de la policía de Gran Manchester, declaró: "Me sorprendió que parece haber una prevalencia mucho mayor de personas con problemas de salud mental de lo que se podría esperar".
Una realidad sobre los lobos solitarios que afecta sin importar cuál sea la ideología del que perpetra el ataque. Los problemas de salud mentales en los terroristas yihadistas son muchos y están documentados, pero en escasas ocasiones, la Guardia Civil descarta el móvil terrorista en esas ocasiones, ni siquiera los jueces suelen hacerlo y solo al final del proceso, en los menos, se determina que un yihadista puede actuar con las condiciones mentales mermadas como ocurrió en el caso del atropello en Torrepacheco, que siempre fue visto como un atentado terrorista hasta el final del proceso judicial en el que finalmente se le consideró incapaz.
El juez acaba de terminar la instrucción sobre el asesinato de un párroco en Algeciras y ha considerado que es un atentado terrorista. Los forenses de la Audiencia Nacional analizaron al encausado en febrero y, en un informe provisional, recomendaron su ingreso en un centro psiquiátrico penitenciario. Según su primer dictamen, Kanjaa presentaba una "sintomatología compatible con trastorno delirante" y la defensa consideraba que era inimputable por esta consideración, sin embargo, el juez ha determinado que a pesar de eso es un atentado terrorista porque compartió en redes sociales material yihadista.
No siempre los problemas de salud mental son un eximente para juzgar por terrorismo a los lobos solitarios de extrema derecha. En el año 2018 la Audiencia Nacional descartó juzgar por terrorismo a Manuel Murillo, un franquista de 63 años, que planeaba atentar contra Pedro Sánchez y al que se le encontraron multitud de armas en su vivienda y en su casa y se localizaron varios mensajes en los que planeaba llevar a cabo la acción. Finalmente fue condenado a siete años de prisión pero en ningún caso se consideró que el acto fuera terrorista. Ni siquiera con armas, intención y planificación fue suficiente cuando se trataba de un lobo solitario de extrema derecha porque la consigna es que no puede haber terrorismo en España que no sea yihadista.
El problema no es qué ocurre cuando acaba el proceso de investigación. La salud mental puede ser causa de estos ataques, por supuesto, sino que de manera sistemática se niega la motivación política de sucesos violentos que pudieran tener una filiación ultra cuando con el yihadismo se asume que la radicalización se da de manera autónoma, por internet, por simple exposición a discursos radicales. Existe el mismo riesgo de radicalización por estar sometido a discursos ultras de extrema derecha que a yihadistas y se puede proceder a actuar como una célula autónoma o lobo solitario tanto siendo un islamista radical como un terrorista de extrema derecha, pero el peso de la salud mental en los ataques yihadistas suele ser despreciado y en los de otra índole política son los prioritarios para rápidamente descartar cualquier motivación política. Hay mucho de racismo institucional y negación de una amenaza ultra en esta disyuntiva.