Agrupación Nacional y Marine Le Pen han sido condenados por corrupción. Lo reitero porque hay quien quiere buscar subterfugios de respeto a la puridad democrática para defender a una corrupta. Lo cierto es que además nunca jamás hay que ponerse a llorar cuando el destino da un golpe a un nazi. Lo celebras y te preparas para el futuro. Pero solo quienes tienen miedo a consecuencias similares por actuaciones parecidas pueden salir a criticar que una racista ultraderechista sea apartada de la vida pública. También estamos en contra de la violencia pero nadie llora diciendo que qué pena cómo acabó Mussolini colgado boca abajo. Pues ahora no se haría, pero nadie en la izquierda gasta un solo segundo de su vida en denunciar aquel linchamiento. Como ellos no lo hacen en criticar el final de los Ceaceuscu.
De manera increíble e indisimulada han surgido voces en el espectro de la izquierda que cada vez hace más tiempo piensan solo en su interés económico defendiendo la inoportunidad y el peligro de que se anule una candidatura porque se abre una puerta peligrosa. Peligroso sería que se hubiera anulado una candidatura por motivos que no tengan que ver con haber sido una organización corrupta, o que se hubieran inventado pruebas para hacerlo. Pero no, hay gente criticando que se cumpla la ley con una corrupta y que si ha robado fondos públicos eso no le impida presentarse a las elecciones. El argumento es una indecencia que evidencia un miedo cierto a que les pase lo mismo por haber hecho lo mismo.
Porque seamos precisos. A Marine Le Pen le han condenado por haber derivado el trabajo de asesores europarlamentarios y fondos logrados por su resultado electoral en Europa al partido a otras funciones no específicas de su labor. Y claro, han puesto las barbas a remojar. Porque no les quepa duda que como esa manera de operar de los tribunales franceses se extendiera a España habría algún que otro partido que perdería a su líder inhabilitado/a por haber hecho lo mismo. Que todos conocemos a asesores europeos que solo lo son para que tengan un sueldo y poder trabajar como trolls y palanganeros en Madrid, hay incluso alguno que con sueldo europeo ha trabajado para empresas privadas sin disimular demasiado.
Ponerse del lado de Marine Le Pen en contra de su inhabilitación, por los motivos que sea, alimenta su relato de victimización y hace más fuerte al Frente Nacional en Francia y sus correligionarios en el resto del mundo. Reforzar el relato de la persecución ideológica como ha hecho La Francia Insumisa y su satélite mediático en España sirve únicamente para consolidar de forma sustantiva la consideración que más interesa a los ultras. No ha sido condenada por corrupta, ni por robar dinero de los europeos, lo ha sido porque sus ideas son peligrosas para el establishment y por lo tanto han de ser eliminadas del espacio público. No son pocas las veces que he alertado sobre los tontos útiles de la izquierda en España que llevan tiempo buscando que nos gobierne la derecha y la extrema derecha para reforzar su posición ejerciendo de contrapoder y así recuperar algo del poder simbólico que han perdido desde que ocuparon puestos en el gobierno y fracasaron de manera rotunda en sus marcos más importantes.
No les importa mucho el futuro de las clases populares, solo el suyo, y por eso necesitan rearmar su proyecto político y empresarial a través de una oposición a un gobierno ultra que les posibilite capitalizar el descontento que se produciría por sus políticas de recortes y derechos sociales adquiridos. El cuanto peor mejor es la única visión estratégica que hace tiempo anida en los que se quieren erigir como izquierda auténtica y antes hablaban de esa izquierda auténtica como una peste que debía cocerse en su salsa de estrellas rojas. El plan es diáfano, lograr que gobierne la extrema derecha sin que se note demasiado de quién es la culpa, para eso el objetivo es presentar listas separadas sin que la sociedad sea capaz de fijar quién es el culpable del delirio rojimorado.