Alberto Garzón señaló y denunció una piscina llena de mierda y los necios acudieron raudos a bañarse y hozar en ella. El ministro criticó la existencia de macroinstalaciones de cerdos estabulados en grandes extensiones y algunos, claro, se dieron por aludidos. Hay que agradecer a algunos políticos que nos ofrezcan semanas de esparcimiento mezcladas con momentos de vergüenza ajena para distensión pandémica y poner a la vez en el centro del debate público la palabra macrogranja. Porque una vez conocida la existencia de estos centros solo es posible querer su erradicación desde el punto de vista ambiental, empleo, olores y degradación del ecosistema, crisis climática y maltrato animal. Nadie quiere una macrogranja en su casa, ni los que han creado la polémica, solo hay que fijarse en que todos los miembros del PP que se hacen fotos frente a ganado lo hacen en explotaciones extensivas que son las que defendió Alberto Garzón. Hasta Pablo Montesinos, que solo había visto una oveja antes en Heidi, se ha hecho una entrevista con sus castellanos y un fondo bucólico-pastoril de fondo.
Ha sido difícil elegir el personaje que más se ha embadurnado en heces porcinas esparciendo un olor infame con sus declaraciones en cuanto ha tenido ocasión, pero el que ha hecho más méritos ha sido Emiliano García-Page, presidente de Castilla La Mancha, y que todavía pertenece al PSOE aunque cueste creerlo a tenor de sus actuaciones. El epítome del populista mesetario ha dado una masterclass de idiócrata supremo estos días cada vez que le ponían un micrófono para atacar al ministro de Consumo mientras acababa la semana aprobando una moratoria contra las macrogranjas que prohíbe más instalaciones de este tipo. Page ha sido el ejemplo máximo del político que desprecia su trabajo ante la opinión pública haciendo una cosa mientras declara la contraria. Pero logró superarse a sí mismo con unas declaraciones en las que puso el ejemplo de la pesca para seguir con su campaña sin que nadie que le quiere le haya dicho que pare. Page, con su verborrea cuñada y pose chulesca, les dijo a los periodistas que nada importa que se pesque con caña en vez de con redes, que el tamaño de los peces no importa. En política lo único que no se puede ser es tonto, cuando eso no es posible es necesario esconderlo, pero tampoco lo logró. Page eligió el que es el ejemplo más devastador para la sostenibilidad del ecosistema marino como es la pesca de arrastre que arrasa con la pervivencia de las especies al pescar especímenes de pequeño tamaño además de destrozar los fondos marinos. Un momento cómico solo superado por Montesinos con su Barbour entre ovejas.
El PSOE ha abandonado la bandera verde en cuanto ha entrado en colisión con algún interés económico y ahora se arrepiente de su cobardía al ver que la lucha contra la crisis climática la capitalizará quien ha sido leal y honesto con los hechos y la realidad. No se puede defender que la lucha contra el cambio climático y la contaminación ambiental es una prioridad y callarse cuando un ministro de su ejecutivo defiende la necesaria eliminación de las macrogranjas. La cobardía de Teresa Ribera no atreviéndose a salir a defender las posiciones de Alberto Garzón con las macrogranjas, que son las suyas, le pasará factura y hay que alegrarse que cuando prima la posición de partido antes que la ciencia acaben penalizados. Que aprenda que ser ministra de transición ecológica es incompatible con callarse ante una orden electoral bastarda que va en contra de la lucha contra la crisis climática.
Alberto Garzón comenzó la semana sepultado con una campaña burda basada en un bulo organizado por el lobby cárnico y el interés electoral del PP al que se unió de forma vergonzante el PSOE y el gobierno para abandonarlo a su suerte. Pero el ministro de Consumo ha terminado la semana en lo más alto de la ola sin moverse un ápice de sus posiciones y ganando la batalla de la opinión pública con validaciones de su mensaje desde el comisario europeo de Agricultura y haciendo que la UPA, que comenzó criticándole porque se creyeron el bulo, acabe firmando un comunicado tras una reunión con el ministro en el que valida las posiciones de Garzón. Las embalses de purines huelen con tanta intensidad que no hay ambientador que pueda sepultar su olor. Cuando la mierda supura y empieza a rebosar no hay marketing ni propaganda que pueda ocultar el tremendo error del PSOE habiendo validado una campaña de desintoxicación de la derecha que ha acabado manchando toda su política contra la crisis climática. Hará bien la parte socialista del gobierno dejando a Page revolcándose solo en la pocilga.