El efecto mariposa se puede explicar en la política madrileña con el novio de Ayuso defraudando dinero a hacienda ganado con mascarillas en la pandemia por el que acaba dimitiendo Juan Lobato por querer denunciarlo. Pero todavía hay más porque se puede llevar por delante al Fiscal General del Estado y a Óscar López dependiendo de lo que Juan Lobato declare en el Tribunal Supremo este próximo viernes. Para entender esta paradoja por la que un caso que tiene a la presidenta de la Comunidad de Madrid viviendo en un ático susceptible de estar pagado con dinero defraudado a hacienda acaba con el PSOE encausado en masa y dimitiendo hay que atender al poder y los escrúpulos.

No se puede tener a Juan Lobato peleando con un tipo como Miguel Ángel Rodríguez en campo abierto porque te va a despedazar. Si no se tiene la carencia de escrúpulos de un personaje como el jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso es mejor no ir a la guerra contra él porque acabarás derrotado con estrépito. No se puede entrar en un ring con los brazos atados cuando el rival sabes que va a ir armado hasta con cuchillos. La filtración del correo a la prensa que desmonta el bulo que Miguel Ángel Rodríguez mandó a El Mundo fue una torpeza de dimensiones bíblicas porque no es preciso cometer un delito de revelación de secretos para desmontar una mentira tan flagrante que en poco tiempo el juez iba a desmontar condenando al novio de Ayuso por los delitos fiscales que ya confesó su abogado al fiscal. Esa precipitación por tumbar la mentira de Miguel Ángel Rodríguez llevó al PSOE a cometer un error que puede salirle caro.

Porque las evidencias demuestran que alguien filtró de manera ilícita ese correo y que llegó a demasiadas manos antes de llegar a la prensa. La reacción de Juan Lobato al llevar a un notario la conversación con Pilar Sánchez Acera cuando le mandó, una hora antes de que saliera publicado en prensa el correo, un pantallazo con dicho correo, deja en difícil lugar el relato de que manos de Moncloa no tenían en su poder esa información confidencial -que en ningún caso tenían que tener-. Porque por muy mal que nos caiga Ayuso y por mucho que despreciemos la catadura moral del novio de Ayuso es indefendible que la información fiscal confidencial de un ciudadano acabe en manos de sus adversarios políticos. No se puede ser tan torpe como ha sido el PSOE con un caso que iba a caer por su propio peso.

Mención aparte merece la casa de los líos que es la federación socialista madrileña. El PSOE de Madrid es un fracaso continuo porque vive muy bien siendo minoría y repartiendo algunos cargos en la política madrileña mientras subsiste aportando cargos y cuadros a la política nacional. El PSOE siempre ha dado por perdido Madrid consciente de que solo es posible ganarlo con una coyuntura especial que pasa por tener al PP en el Gobierno central tras sufrir un intenso desgaste. El PSOE ha concluido que no se puede ganar Madrid ganando el Gobierno de España y nos lo ha dejado a los madrileños progresistas en barbecho hasta que el viento sople a favor. Por eso el PSOE no es oposición y sí lo es Más Madrid, porque al menos no se resigna.

Para que el novio de Ayuso defraude a hacienda y Juan Lobato acabe dimitiendo no solo hay que apelar a la torpeza del PSOE, sino a una estructura de poder en Madrid que alcanza cada cota del Estado y que ocupa todos los espacios que tienen capacidad para actuar en favor de Isabel Díaz Ayuso. Madrid es una corte con vasallos en cada estrato que están dispuestos a hacer lo que sea menester desde sus puestos de responsabilidad para salvar a Ayuso, que es lo mismo que salvar el negocio. Porque Madrid, por encima de todo, es un gran negocio para unos pocos.