La conformación del gobierno de Salvador Illa, con consejeros como Miquel Sàmper, exconseller de Interior con Quim Torra, o Espadaler, exmiembro de Unió, y contrario al matrimonio homosexual, dejan en evidencia que la izquierda no puede considerar los gobiernos del PSOE como un fin en sí mismo si quiere sobrevivir. Puede que esos nombramientos sean tolerables para la gente de PSOE, pero no lo son para la izquierda transformadora. Los nombramientos en el gobierno de Salvador Illa son una muestra de la debilidad extrema de la izquierda poscomunista. Illa ha realizado guiños a todo el mundo, incluso incluyendo a perfiles reaccionarios como Sàmper o Espadaler, menos a los Comuns porque no lo necesita y sabe que no se van a atrever a poner en peligro al gobierno. Si la política de Sumar-Comuns es priorizar gobiernos del PSOE por encima de todo, incluso sin ser de coalición, no necesita hacerte ningún gesto. Estos días los que han defendido de manera más furibunda el acuerdo PSOE-ERC han sido los Comuns, con el silencio de Sumar, que aún no sabemos qué piensa más allá de subsumirse de manera absoluta a la posición de Comuns y el PSC.

En política uno puede equivocarse, pero por encima de todo es importante que la gente sepa lo que piensas sobre los temas y que los defiendas con convicción, en eso pueden aprender de Podemos que, equivocándose mucho, defiende en lo que cree sin pedir permiso a nadie. ¿Alguien sabe qué se piensa en Sumar sobre el acuerdo fiscal acordado por el PSOE y ERC? ¿Cuál es la posición unívoca que el partido traslada a sus votantes y militantes? Sumar no parece haber aprendido nada en cuanto a la relación de la izquierda estatal con el independentismo y los usos y costumbres nacionalistas heredados del procesismo. Puigdemont no es un enemigo de España, es un enemigo de aquellos que queremos poner el foco en las políticas sociales y redistributivas. Su presencia siempre será un obstáculo para que se avance hacia la izquierda. Es una pena que a estas alturas haya quien siga sin verlo. Octubre de 2017 marca el comienzo del declive de la izquierda española transformadora por el cambio de ciclo político y el viraje de los ejes de discusión en mayor medida y por la relación tibia, timorata y acomplejada de la izquierda estatal con el procesismo y el proceder ilegal del independentismo en aras de la defensa de unos privilegios burgueses amenazados.

No es necesario más que mirar los datos electorales y el nivel de apoyo que la izquierda estatal surgida para poner en cuestión al PSOE antes de octubre de 2017 y después. Sumar ha copiado una máxima de actuación de la relación que tenía Podemos con el independentismo para no ser contundente con las actuaciones de la derecha catalana por miedo a que alguien le acuse de no ser sensible a la plurinacionalidad de España como si fuera incompatible. La máxima: "Más allá de lo que uno piense de Puigdemont", como fórmula para no mojarse y no decir lo que se piensa de Puigdemont ni de la derecha independentista y pasar a hablar de otro tema ha sido norma desde el año 2015 y ha sido un desastre para la izquierda de carácter estatal. Una izquierda cómplice con los desmanes del procesismo que ha supuesto la muerte de sus posibilidades, no por culpa del independentismo, sino por la nula capacidad para relacionarse de manera crítica con un indepedentismo sectario, etnicista y xenófobo que es enemigo de todos los valores que propugna la izquierda.

No pinta nada bien la izquierda estatal. Fuentes de la dirección nacional de IU ya hablan de proceso de disolución y degeneración irremediable y prevén una muerte agónica del espacio, todo el mundo lo sabe pero parece que no quieren prestar atención y mantener el gobierno de coalición como respiración asistida. Ya habrá tiempo de hablar despacio de este punto. El acuerdo del PSOE-ERC sobre financiación autonómica ha caído como una bomba de racimo en la formación creando una sensación de sálvase quien pueda y que cada uno fije su propias ideas sin que haya un planteamiento claro desde la formación. Las redes de Sumar compartieron un artículo de Gerardo Pisarello en eldiario.es defendiendo el acuerdo como una oportunidad y desdeñaron ante las preguntas de la prensa el artículo crítico sobre el acuerdo escrito por Carlos Martín Urriza, portavoz de Economía y Hacienda de Sumar y fichaje estrella económico de Yolanda Díaz, que lo trajo desde CCOO, como una simple opinión personal. El máximo responsable de Sumar para hacienda y fiscalidad no les sirve ni para escucharlo cuando se trata la fiscalidad autonómica por el temor a no parecer suficientemente puros en la cuestión plurinacional.

La posición de Sumar sobre el pacto fiscal del PSOE-ERC o sobre su relación con el independentismo es fragmentaria y segmentada, hay una opinión para cada uno, por lo que no hay una posición fijada para nadie. Si una dirección no es capaz de mantener una línea política clara sobre asuntos centrales es que no existe el espacio político. No verlo ni reconocerlo no hace que el problema no exista.