Quien quiere, puede. Luego dirán que en España no se ahorra. Dos millones y medio de euros guardando lo que le sobra de la asignación que los españoles le dábamos por ser hijo del comisionista mayor del reino. Vamos sobraos, no me dirán. No tiene patrimonio, claman los propagandistas. Es normal, cuando dispones de todo los inmuebles de Patrimonio Nacional para uso y disfrute queda raro comprarse un adosado en Puerta de Hierro o un ático mirando a las Vistillas. Viviendo de prestado en Zarzuela y con Marivent de espacio de asueto canicular nadie precisa de pagarse un alquiler y da para ahorrar un pellizco.
No faltarán cortesanos que hablen de rey austero. 'Preparao' y austero. No es difícil ser mejor que su predecesor, bastaba con hacer la declaración de la renta sin sisarnos. Pero eso no es ser austero, es ser legal. No hay mérito ni alabanza proferida necesaria para quien cumple de manera concreta los deberes que como ciudadano español le están consignados. Nadie recibimos aplausos y loas cuando presentamos nuestras obligaciones tributarias así que deberán encontrar mejores formas de loar la labor monárquica.
El ejercicio de transparencia de la Casa Real ha resultado una constatación cristalina de la opacidad absoluta de una institución que no está sujeta a ningún control efectivo por parte de los medios de comunicación. Una institución que de manera sistemática niega respuesta a las preguntas que los periodistas que sí queremos fiscalizar su actuación les realizamos de manera directa en los canales de comunicación oficiales y a través de los procesos de transparencia reglados. Siempre encuentran una justificación para no responder a nuestras preguntas.
La transparencia no consiste en informar de manera discrecional de lo que quieren hacer público en el momento que ellos decidan y con la extensión y profundidad que consideran adecuado a sus intereses, sino en abrirse a las cuestiones, preguntas y dudas que plantea su actuación. Este que les escribe realizó múltiples y variadas preguntas sobre los gastos de la Casa Real que fueron rechazadas.
Pregunté, con respuesta negativa, cuáles eran los costes de dinero público en la educación de la Infanta Leonor y la Infanta Sofía para realizar un reportaje sobre la cultura del esfuerzo y las diferencias entre la igualdad de condiciones en la educación de una infanta y una chica de su misma edad que vive en una familia que paga los impuestos para mandar a estudiar al extranjero a la hija de los reyes. Tampoco contestaron cuáles eran los gastos derivados de la manutención, presencia y seguridad de Irene de Grecia en los aposentos reales sin formar parte de la familia real. Tampoco la Casa Real contestará por qué hace política considerando que hay partidos que no merecen sus explicaciones y otros que sí. Porque ese es el verdadero problema.
Lo más grave no es que la monarquía muestre de manera cristalina cuáles son sus usos y costumbres decimonónicos, lo verdaderamente grave es que decida qué partidos tienen legitimidad y a cuáles ha de informar de sus actividades excluyendo a otros que los ciudadanos españoles han otorgado su voto. La Casa Real ha decidido que solo debía informar a aquellos que consideran constitucionalistas, en su prisma ideológico los posfascistas de VOX son más respetables que un partido que se encuentra en el gobierno como Unidas Podemos. La Casa Real ha creído una buena idea decidir que hay partidos buenos y malos excluyendo a todos aquellos que de manera legítima tienen en su ideario el republicanismo. Entre los buenos se encuentra VOX. Transparente no, diáfano.