Es fácil identificar a un urbanita que se flipa yendo de turismo rural. Mi conocimiento del campo se reduce a lo que mi familia cacereña me contó sobre su vida en el agro, pero no por eso, por haber pasado los veranos en Mirabel, puedo ir a hablarle a los habitantes del mundo rural sobre las vicisitudes y dificultades de su vida. Lo sé, por eso puedo ver lo mismo en un Pablo Casado que lleva toda la precampaña hablando a las ovejas. Puede que incluso sea efectivo, he renunciado a comprender cómo se puede conceder el voto a quien te trata como un ignorante, pero es a lo que ha rendido todo el PP. Una campaña con balidos de fondo reduciendo los intereses de los ciudadanos de Castilla y León a vacas, cerdos y cabras.
Si a Pablo Casado habría que buscarle un estereotipo patrio sería el de vástago de la pequeña burguesía provincial. Casado es un hijo de las fuerzas vivas palentinas. Su padre era el propietario de la clínica oftalmológica de Palencia y su madre es profesora universitaria. Una familia acomodada y conservadora que se pudo permitir mandar al niño a acabar la EGB al Reino Unido después de escolarizarlo en el Maristas. Ayer presumió de estudiar becado, pero sería por familia numerosa, desde luego no por carencias económicas. Su vida en el mundo rural se reduce a pasar vacaciones en el pueblo, como hemos hecho los hijos de los migrantes de Extremadura y Andalucía que se apostaron en los 70 en las periferias de las grandes ciudades. Pero una cosa es ser, y otra aparentar.
Entre el delirio en el que se está convirtiendo cada intervención del líder del PP en granjas y lecherías asoma cada complejo con la extrema derecha. Es difícil competir en el ridículo con 'Coco Robatto', el senador de VOX e hijo de Pescanova, al que han llevado los posfascistas a darse vueltas por campos de Castilla en pleno invierno y disfrazado de señor de pueblo con la camisa desabotonada hasta el ombligo como pareja de ficción de Macarena Olona para el book de Instagram. Es difícil superarlo, pero Casado se lo ha propuesto degradando la vida rural hasta el punto de decir que en los pueblos se bebe vino porque no tienen agua. Si no fuera tan triste resultaría cómico ver al líder del PP haciéndose pasar por un curtido hombre de campo al que se le ven las costuras de niño de ciudad en el Barbour.
Pablo Casado quiere presentarse como el candidato del mundo rural dirigiéndose a una caricatura para convertirse en otra. El esperpento del PP con los fondos europeos, que ya le ha dejado en evidencia en Europa en varias ocasiones, sigue entre vacas y cerdos intentando hacer frente a las políticas de Pedro Sánchez y copiando los marcos de la extrema derecha. Una de las declaraciones de ayer tiene todos los elementos de la extrema derecha salpicada con la clásica derecha capillita a la que representa: "Mejor emplear [los fondos europeos] en contratar que estar dando un millón para no sé qué archivos de la Guerra Civil, para el turismo de otras razas o sedes sindicales".
Fascismo, racismo y clasismo en una frase. Todos los grandes éxitos de VOX en una sola sentencia que suena impostada para tapar la fuga de votos a la extrema derecha. Es llamativo que en plena campaña en Castilla y León se muestre contrario a que Salamanca reciba un millón de euros en fondos europeos para la digitalización de un archivo que es lugar ineludible para todos los historiados nacionales e internacionales que están interesados en investigar la Guerra Civil. El archivo es punto de encuentro cultural para todo el mundo y el líder del PP quiere asfixiar uno de sus mayores activos. No sé si ha valorado el líder del PP el impacto que tendría para Salamanca la desaparición del archivo. Poco se puede pedir a un líder de la oposición tirado al monte que solo se preocupa de dirigirse a animales de granja para por fin poder sentirse validado oyendo balidos, mugidos y rebuznos.