Condenar ciertos tipos de violencia pero hacer la vista gorda sobre otros tipos de violencia es una manera como otra cualquiera de hacer política. El tiempo que ocupa en el debate de la opinión pública los sucesos en el mitin de VOX en Vic frente al nulo que ocupan las cacerías de migrantes en Canarias promovidas por el discurso de odio de VOX son una muestra de que la violencia solo es censurable cuando podemos sacar de ella algún tipo de capital, y este puede ser político, social, mediático o de imagen personal. Poner mayor énfasis es denunciar la violencia reactiva de los colectivos señalados por el discurso antidemocrático de VOX que la violencia que sufren estos colectivos forma parte de la deriva constante y continua que lleva a los partidos de extrema derecha a ganar posiciones hasta que los lloros llegan tarde. Cuando tomen el Capitolio muchos de los que promueven su crecimiento se lamentarán. Ténganlo por seguro.
El único responsable de la violencia política en España en la época contemporánea es VOX. No hay nadie más. Su estrategia es promoverla contra colectivos diana y buscar la reacción para victimizarse y lograr un capital político que no es capaz de conseguir con un ambiente político de calma y respeto. Por eso su discurso busca alterar la convivencia y poner en el objetivo del odio de sus militantes irracionales a colectivos vulnerables, menores tutelados, a los inmigrantes, al colectivo LGTBI y las mujeres. Busca agredirlos con su discurso, señalarlos ante sus militantes y provocar momentos de tensión que provoquen una reacción para, con el apoyo del resto de actores equidistantes, ser el centro del debate público presentándose como una víctima de esos colectivos que previamente han criminalizado. Es la estrategia Horst Wessel, el mártir nacionalsocialista que Joseph Goebbels buscó durante tantos años. Horst Wessel fue el jefe de brigada de las SA que se dedicaba a atacar por Alexanderplatz a socialistas y comunistas hasta que un proxeneta de ascendencia turco le disparó en la cabeza asesinándolo. La oportunidad que esperaba el propagandista nazi para convertir en héroe a un criminal político.
Es por eso, conociendo cómo funciona y opera el pensamiento primario de la propaganda posfascista de VOX que es preciso evitar cualquier actuación que puedan capitalizar y marcar la agenda pública. El éxito de los de Abascal no se debe a estos actos violentos reactivos, porque el éxito llego antes por una campaña política y mediática de normalización que interesaba a demasiados actores poderosos que les abrieron los salones de la corte y los platós. Pero ser conscientes de cuál es el problema mayor de la campaña a favor de los posfascistas no impide analizar los efectos políticos de cada hecho. Cuando se revienta un acto de VOX se está corriendo el riesgo de que logren en su propio beneficio una cuota de pantalla victimizándose que no ayuda en el intento por eliminar de nuestra vida política a un partido que atenta contra los valores fundamentales de la democracia y los derechos humanos de los más vulnerables.
Repudio la violencia. Por eso me preocupa la presencia de VOX en la política española. A todo aquel que de verdad le preocupe la violencia, y no la tenga como excusa para hacer política, tendría que tener como prioridad la denuncia constante del discurso xenófobo, machista y homófobo del partido de Santiago Abascal. Porque esas palabras e ideas son el origen y causa del odio concreto y asfixiante que hace más difícil la vida cotidiana de los colectivos más vulnerables en este país. VOX es violencia, violencia contra los migrantes, violencia contra las mujeres, violencia contra los transexuales. Combatir a VOX es la obligación moral de quien busca un país plural y democrático libre de violencia política.