El bebedero de las vacas es una antigua bañera de hierro fundido con el esmalte astillado. Las heridas de la porcelana se ven como arañas vasculares de color negro. Los desconchones han desprendido un exudado naranja que el tiempo ha petrificado. El cercado es una malla anudada con un somier por puerta. La malla es de acero galvanizado y se conserva todavía brillante, mientras que el somier ha comenzado a oxidarse.
La reutilización de estos objetos mantiene el equilibrio entre el criticado feísmo arquitectónico y la alabada economía circular. Objetos que ya no sirven para lo que servían se han reconvertido en enseres para el ganado. Hay belleza en esa transformación de usos, pero sobre todo hay belleza en la huella que el tiempo y la vida ha dejado sobre esos objetos. El óxido que emana bajo la cubierta esmaltada de la bañera, y el óxido que tiñe de naranja oscuro el somier, evocan que esos objetos han tenido una vida más cálida que la que tienen ahora. Han estado resguardados del frío y la humedad, envolviendo cuerpos que al mismo tiempo les envolvían, protegiéndose mutuamente. Ahora están en el exterior, helándose de frío durante el invierno y soportando el bochorno del verano. Son los vaivenes químicos y termodinámicos de la intemperie: los cambios de temperatura y el aire cargado de agua, oxígeno y sal que lo corroen todo.
Las capas de herrumbre que aparecen en los objetos metálicos ricos en hierro son porosas, se astillan y se agrietan facilitando la corrosión. Cuanto más corrosivo es el ambiente, las capas de herrumbre que se van formando están más abiertas, se desprenden con más facilidad favoreciendo los desconchamientos. Un somier a la intemperie presentará una herrumbre laminada, que se desprende con facilidad, mientras que un somier al resguardo de la lluvia presentará una herrumbre más pulverulenta, como tierra apelmazada.
La herrumbre está formada por óxidos e hidróxidos de hierro que adquieren estructuras diferentes según su grado de exposición. Así, las regiones más internas de óxido son más compactas y están formadas por oxihidróxido de hierro amorfo y óxido férrico cristalino, mientras que la región externa está formada por oxihidróxidos de hierro cristalino en dos disposiciones diferentes llamadas alfa y gamma.Así que, esa transformación del metal en tierra anaranjada esconde una arquitectura a escala atómica. Se mantiene cierto orden en el deterioro de aquello que dejamos a la intemperie. Para la mirada atenta y precisa de la química siempre hay un patrón.
Los fenómenos de corrosión a menudo se perciben como un signo de deterioro, de dejadez. Se lucha contra el óxido como se lucha contra el tiempo; nunca se vence, pero su paso se intenta ocultar. El envejecimiento del cuerpo humano es, esencialmente, un proceso de oxidación. La formación de arrugas en la piel es consecuencia de reacciones químicas de oxidación. Si bien se puede aminorar su velocidad con productos cosméticos y una buena alimentación, no es posible frenarlos del todo. La vida transcurre gracias a reacciones químicas de oxidación. Dejar de respirar, que es morir, es lo mismo que dejar de oxidarse. La química que nos lleva a la muerte es la misma que nos mantiene con vida.
Los objetos corren la misma suerte que los seres vivos. La naturaleza es implacable para todos. Cuando el metal del somier se oxida, revela que la vida está pasando por él. Por eso el óxido se percibe como un síntoma de envejecimiento. El óxido se va comiendo el metal hasta romperlo, hasta hacerlo añicos y dejarlo inservible, que es la forma que cobra la muerte en las cosas. Sin embargo, desde un punto de vista químico, el óxido no es la muerte, sino el eterno retorno. El metal vuelve a su forma original, vuelve a convertirse en tierra, que es la forma que tenía antes de ser transformado en un metal brillante. El hierro, igual que la mayoría de los metales, se encuentra en la naturaleza en su forma oxidada, formando parte de rocas. Para extraer el metal puro y brillante, la roca que lo contiene se somete a un proceso químico inverso a la oxidación. Por tanto, cuando un somier metálico se oxida en el campo, no se está muriendo, sino que en realidad está volviendo a nacer.