La posverdad se define como la distorsión deliberada de la realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. La palabra clave de esta definición es "deliberada", lo que implica que no se trata de una interpretación errónea de un hecho, sino de un engaño. Esto guarda relación con dos palabras importantes que a menudo se usan indistintamente: verdad y veracidad. La verdad es un criterio epistemológico que valora la correspondencia entre un hecho y una afirmación. Lo contrario a la verdad es lo erróneo o lo falso. Sin embargo, veracidad es una virtud ética. Lo contrario a la veracidad es el engaño, la mentira.

La ciencia, como forma de conocimiento, tiene su propia definición de verdad —algo a lo que ya he dedicado artículos anteriores—. En ciencia se acostumbra a hablar de "verdad" como "verdad por consenso". Esta es la definición del filósofo Habermas que mejor se ajusta a cómo funciona la ciencia moderna. Cualquier científico puede presentar a la comunidad científica una tesis correctamente argumentada. Otro científico puede contraargumentar mostrando pruebas mejores. Tras el debate y el análisis de las pruebas, la comunidad científica llegará a un acuerdo. Ese acuerdo es la verdad, la "verdad por consenso". Para alcanzar el consenso las pruebas y las conclusiones extraídas de ellas se publican —se hacen públicas— tras haber pasado por la revisión por pares —los pares son otros expertos en la materia—. Este método tiene como propósito proporcionar las afirmaciones que mejor se corresponden con los hechos observados, es decir, es un método que procura la verdad. Recientemente la Fundación BBVA ha realizado un estudio sobre creencias y prácticas alternativas que ha puesto de manifiesto que en la sociedad española está vigente una apreciación de la ciencia y la racionalidad, y que el relativismo y el negacionismo científico tienen muy pocos adeptos. Un dato que destacar del estudio es que hay acuerdo general respecto a los atributos cognoscitivos de la ciencia, siendo percibida como el conocimiento más objetivo (media de acuerdo de 8,0 en una escala de 0 a 10), fiable (7,4), con capacidad de separar lo verdadero de lo que es falso (6,9). Al preguntar por la confianza en diferentes instituciones de las sociedades modernas, los componentes del tríptico medicina, ciencia y tecnología obtienen los niveles más altos de confianza. Por tanto, la sociedad española tiene en muy alta estima la ciencia, tanto por las verdades que proporciona como por la confianza en su veracidad.

Algo importante que comentar sobre el estudio es que el conjunto de "creencias y prácticas alternativas" es un cajón de sastre en el que han mezclado pseudociencias como la homeopatía, la acupuntura y el horóscopo, con las creencias religiosas. Las prácticas pseudocientíficas sí son, por definición, contrarias a la ciencia. Según el estudio, estas pseudociencias cuentan con pocos adeptos: el 13 % afirma que acudiría a un curandero en lugar de a la medicina y el 30 % cree en la astrología. Sin embargo, la religión católica, que se ha metido en el mismo saco de creencias alternativas, no es incompatible con la ciencia, no es una alternativa a la ciencia.

El estudio refleja que la mitad de los españoles cree en Dios y más de la mitad afirman pertenecer a una religión, de los cuales el 86 % declara ser católico. Estas cifras parecen entrar en contradicción con otro dato del estudio: solo la mitad de los encuestados considera que la ciencia y la religión pueden coexistir sin problemas. Esta opinión que se desprende de los encuestados, también se desprende de las preguntas de la propia encuesta, es decir, la encuesta en sí tiene un claro sesgo al considerar que la religión choca con la ciencia. Como muestra, cito este texto de informe del estudio: "Respecto a una creencia de la narrativa religiosa en colisión potencial con la ciencia, como es el origen del universo o el origen del ser humano, el estudio refleja que los españoles se decantan claramente por la visión ofrecida por el conocimiento científico. El 78% cree en la explicación evolucionista del origen de los seres humanos y sólo el 33% cree que el universo fue creado por Dios o por un ser supremo espiritual".

Este texto denota un pobre conocimiento cosmogónico, tanto teológico como científico. La ciencia no niega con el Big Bang la existencia de un Dios creador. Los dos fenómenos son compatibles porque uno puede entenderse como consecuencia del otro. La ciencia tampoco entra en contradicción con la religión católica con la teoría de la evolución. Hay que entender que el relato de Adán y Eva del Libro del Génesis es un mito, pertenece al mismo estilo literario que el resto del Pentateuco, por eso es un error teológico grave interpretarlo de forma literal. La Iglesia católica reconoce la existencia de la evolución. El papa Francisco ha declarado que "Dios no es un ser divino ni un mago, sino el creador que dio vida a todo (…). La evolución en la naturaleza no es incompatible con la noción de la creación, porque la evolución requiere la creación de seres que evolucionan". Por ejemplo, las reglas de la herencia genética evolutiva fueron descubiertas por un sacerdote católico, el agustino Gregor Mendel, hoy reconocido como el fundador de la genética moderna.

Cuando leí los titulares del estudio celebré que la ciencia sigue ganando la batalla contra el relativismo, la posverdad y los movimientos negacionistas. Sin embargo, meterme en las tripas del estudio me generó un sinsabor. Los resultados del estudio revelan un fuerte desconocimiento de la religión que practican la mayoría de los españoles, es decir, la mayoría se consideran creyentes en algo que desconocen profundamente. Esto mismo se podría trasladar a la ciencia. La mayoría de los españoles confían en la ciencia, pero me pregunto si los encuestados tienen conocimientos elementales de filosofía de la ciencia, si saben algo de epistemología científica, de qué es la verdad para la ciencia y en qué consiste el método científico. Para afirmar con tanta rotundidad que la ciencia procura la verdad y es veraz, habría que conocer cómo funciona la ciencia, no "creer" en ella. Si la confianza en la ciencia no nace de su conocimiento profundo, no sería confianza, sino otra forma de fe.

La principal razón por la que la religión católica ha perdido peso en la sociedad española ha sido por el fomento de su desconocimiento. A la vista de los graves problemas de cultura científica que hay en la sociedad española, el estatus de la ciencia podría acabar igual. Si la fe en la ciencia sustituye al conocimiento científico, será más sencillo que las creencias alternativas ocupen su lugar. El desconocimiento siempre será el mejor campo de cultivo para el relativismo y la posverdad.