Cada vez estamos más expuestos a la luz artificial de los dispositivos electrónicos y la iluminación interior, principalmente LED. Esto ha hecho que los fotobiólogos y los fotoquímicos se pregunten si las dosis actuales podrían causar trastornos de la pigmentación de la piel y otros daños causados por estrés oxidativo. Uno de los estudios más recientes publicado sobre el tema concluye que, en ausencia de luz solar, las fuentes artificiales carecen de potencial para inducir fotodaño en la piel en condiciones normales de uso.
Qué es la luz azul
La luz que observamos en forma de colores es lo que llamamos radiación visible. A su vez, el espectro visible lo dividimos en "franjas de colores" que se ordenan en función de la longitud de onda. La longitud de onda se mide en nanómetros (nm). La luz azul se corresponde con la franja que va de los 380nm a los 500 nm, justo por debajo de la radiación ultravioleta.
El 25% de la radiación que emite el sol es luz azul. Aproximadamente el 30% de la luz que emiten los dispositivos electrónicos es luz azul, y entre el 6% y el 60% de las luces interiores.
Efectos biológicos de la luz azul sobre la piel
Los efectos biológicos de la luz azul sobre la piel son esencialmente tres. (1) Estrés oxidativo capaz de producir radicales libres involucrados en el envejecimiento prematuro. (2) Hiperpigmentación. La proteína opsina 3 de la piel funciona como un detector de luz azul que activa los melanocitos (las células que fabrican la melanina que da color a la piel). Las personas con fototipos altos, de piel oscura, las mujeres embarazadas o que se han hecho tratamientos como peelings o láser son más sensibles a la luz azul. La hiperpigmentación se puede medir como oscurecimiento inmediato del pigmento (IPD) y como oscurecimiento persistente del pigmento (PPD), que es el que produce manchas oscuras persistentes. (3) Deshidratación. La luz azul incrementa la pérdida de agua transepidérmica (TEWL).
Cómo se miden los efectos biológicos de la luz azul
Para medir los efectos biológicos de la luz azul, primero se analizan los espectros de emisión y las irradiancias emitidas por el sol y por diferentes fuentes de luz artificial, incluidas lámparas fluorescentes, lámparas LED de diferente temperatura de color, teléfonos inteligentes, tabletas, monitores de ordenador y pantallas de televisión. A continuación se mide la contribución de cada fuente de luz sobre tres efectos biológicos conocidos: oscurecimiento inmediato del pigmento (IPD), oscurecimiento persistente del pigmento (PPD) y estrés oxidativo.
Los dispositivos emisores de luz se encendieron durante 10 minutos para permitir la estabilidad de la emisión de radiación y las pantallas se configuraron con un fondo blanco con brillo máximo. Para la caracterización espectral de lámparas y dispositivos electrónicos, el sensor de luz se colocó a 0 cm para teléfonos celulares, tabletas y fuentes de luz, mientras que las pantallas de los monitores se midieron a 20 cm. Para los cálculos de irradiación de los dispositivos en condiciones normales de vida, las pantallas de los monitores se midieron a 60 cm siguiendo estándar europeo de exposición segura, 150 cm para fuentes de luz y 20 cm para dispositivos móviles (distancia media de interacción de la pantalla a la cara).
Con estos datos se desarrollaron tres ecuaciones que permiten estimar las dosis recibidas asociadas con los efectos de la IPD, la PPD y el estrés oxidativo en la vida diaria normal. Así, la exposición al sol al aire libre se combina con la exposición a la luz artificial y se puede predecir el porcentaje de contribución de cada fuente de iluminación para la dosis total de exposición.
Cuánta luz azul emite cada fuente
En el caso de los smartphones, la luz azul representó una media del 32,3% de la luz visible, con contribuciones que van desde un mínimo del 19,1% (Xiaomi) hasta un máximo del 39,82% (iPhone). En el caso de los monitores de ordenador, la luz azul supuso una media del 30,5%. Los resultados para las luces artificiales fueron más variables y oscilaron entre el 6,12 % de las luces incandescentes y el 36,81 % de las bombillas fluorescentes. El porcentaje de luz azul proveniente del sol osciló a lo largo del día entre el 25% y el 26%.
La luz azul se encuentra en la mayoría de las fuentes de luz cotidianas. Sin embargo, no todas estas fuentes contienen la misma proporción de luz azul, ni emiten con la misma intensidad, por lo que el riesgo para la salud es muy diferente.
Si suponemos que un oficinista en un día típico usa un teléfono inteligente o tableta durante una hora y media, está expuesto a iluminación artificial y monitores durante 8 h y pasa 1 h al sol, estará expuesto a 6,84 J/cm2 efectivos de luz azul. De toda la cantidad de luz azul recibida, el 99,59% proviene del sol, el 0,35% de la iluminación artificial, el 0,05% de los monitores y el 0,01% de los dispositivos móviles.
Cuál es el efecto biológico de cada fuente de luz azul
Los dispositivos electrónicos, así como la iluminación interior, representan alrededor del 1% al 2% de toda la dosis efectiva de PPD (pigmentación persistente). El sol representa el 98-99% restante. Es decir, el sol es el contribuyente principal de la formación de manchas persistentes.
Con respecto a la pigmentación inmediata (IPD), se ha medido que la proporción de luz azul emitida por el sol fue 1200 veces mayor que la emitida por el dispositivo electrónico que más luz azul emite. Así que, en ausencia de luz solar es prácticamente imposible que la luz azul artificial induzca pigmentación inmediata o broncee la piel.
Con respecto al estrés oxidativo producido por radicales libres, teniendo en cuenta los valores medios de cada tipo de dispositivo de luz, un oficinista típico que utiliza un teléfono inteligente o una tableta durante una hora y media, pasa 8 h en la oficina y 1 h al sol formaría 32,099 radicales/mg × 10^12, de los cuales el 95,82% lo aportaría el sol, el 3,23% la iluminación de oficinas, el 0,34% los monitores y el 0,61% los smartphones o tabletas. Una vez más, el mayor contribuyente del envejecimiento de la piel por radicales libres es el sol, en un 95%.
Conclusiones
La exposición a la luz azul tiene consecuencias para la salud, incluido el fotoenvejecimiento y la hiperpigmentación. La tecnología LED se utiliza cada vez más para proporcionar iluminación tanto interior como exterior y emite una proporción considerable de luz azul. Sin embargo, la irradiancia efectiva para producir PPD, IPD y estrés oxidativo emitida por el sol y los diferentes dispositivos de luz artificial calculados para un oficinista muestran que la contribución de fuentes distintas del sol a los efectos de PPD e IPD es inferior al 1% y menos del 5% para el caso de estrés oxidativo.
En conclusión, en ausencia de luz solar, las fuentes artificiales carecen de potencial para inducir fotodaño en la piel en condiciones normales de uso.