Hace unas semanas un buque mercante que se dirigía a Portugal declaró haber perdido en el mar la carga de varios contenedores, de los cuales uno contenía sacos con unas 25 toneladas de granza o 'pellets' de plástico. Todo apunta a que la mayoría de la granza que se está encontrando estos días en las playas gallegas, parte de Asturias y norte de Portugal procede de ese vertido accidental. El pasado fin de semana se activaron numerosas movilizaciones, de voluntarios y coordinadas por la Xunta de Galicia, para limpiar las playas que, junto con la proximidad de las elecciones autonómicas de Galicia, despertó la atención de los medios de comunicación. La información se comenzó a mezclar con la desinformación y con la especulación, y el alarmismo comenzó a eclipsar a la prudencia.
Uno de los grandes problemas de este asunto es que todavía hay cuestiones sin respuesta, por lo que actuar sin conocimiento o atemorizar con datos no contrastados, puede provocar un daño mayor. Por eso es tan importante ser trasparente con lo que se sabe y, sobre todo, con lo que todavía no se sabe. ¿Qué es lo que no se sabe de la granza vertida al mar?
1. Cuál es la procedencia de toda la granza o 'pellets'
El vertido del buque mercante ha hecho llegar de golpe a las playas una cantidad notable de granza. Sin embargo, los gallegos podemos asegurar que, aunque en menor cantidad y de forma escalonada, la granza y otros residuos de plástico llegan a nuestras costas desde hace años. Es algo que no solo afecta a las costas gallegas, sino que afecta a toda la península. El mar Mediterráneo y las costas catalanas son las más afectadas por la acumulación de plásticos. Ninguno de estos residuos llega al mar desde Europa de forma deliberada, ya que aquí los plásticos se gestionan adecuadamente, sino que parte de ellos llega de forma accidental y la mayor parte llega a través de las corrientes oceánicas desde lugares donde sí se tiran residuos al mar de forma descontrolada. Los principales contaminadores de los océanos son China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka, que vierten al mar más de 8 millones de toneladas de plástico al año, lo que supone el 80% de todo el plástico que contamina el mar.
2. De qué está compuesta la granza de plástico
Decir que la granza es de plástico es como no decir nada en absoluto. La palabra "plástico" engloba a un millar de materiales diferentes, es tan indeterminada como decir "metal". Tanto el hierro como el mercurio son metales, y qué diferente es el impacto medioambiental de cada uno. Pues con los plásticos pasa lo mismo, no causa el mismo impacto medioambiental un polímero de polietileno que uno de poliuretano o de resina epoxi.
La forma de granza (bolas de plástico de unos 5 mm de diámetro) ya da pistas sobre el tipo de plástico que podría ser. Los plásticos termoplásticos son aquellos que se funden al aplicar calor y se les puede dar la forma deseada en máquinas extrusoras y de inyección de plástico. Las máquinas que modelan el plástico se alimentan con granza, por eso la mayoría de los termoplásticos llegan a las industrias del plástico en ese formato.
Desde el 8 de enero se sabe, gracias a los análisis químicos del CETIM (Centro tecnológico de investigación multisectorial), que la granza está compuesta por polietileno que, como cabía esperar, es un termoplástico. El polietileno es uno de los polímeros más utilizados del mundo por su excelente perfil de seguridad. De polietileno son muchos envases de plástico que se ponen en contacto con alimentos, cosméticos, productos sanitarios y medicamentos, se usa para fabricar bolsas, juguetes y dispositivos médicos, precisamente porque es un material que se considera inerte, no desprende sustancias tóxicas y es químicamente estable.
3. ¿La granza de plástico tiene algún componente tóxico?
La toxicología es una rama de la química que estudia el potencial de envenenamiento de una sustancia. La granza es de polietileno, un material que no es tóxico. Esto significa que el polietileno no es ningún veneno, ni desprende sustancias venenosas; al contrario, es un material inerte y, por tanto, seguro, por eso se usa en sectores muy demandantes de seguridad como el alimentario o el sanitario.
Además de la composición principal de la granza, es importante saber si contiene algún aditivo. Determinar que la granza es de polietileno es algo bastante sencillo para un laboratorio de química analítica mediante técnicas espectroscópicas como el FTIR (infrarrojos por transformada de Fourier), pero la presencia de aditivos es más difícil de caracterizar y es una tarea que lleva mucho tiempo, principalmente porque no se sabe qué compuestos hay que buscar. En algunos casos la granza puede contener aditivos con varios fines, como estabilizar el polímero, facilitar el modelado, protegerlo de la fotoxidación o de la radiación ultravioleta, es decir, podrían ser miles de compuestos muy diferentes entre sí. Algunos de estos aditivos podrían ser tóxicos. Por eso, para identificar los posibles aditivos con mayor rapidez y saber qué hay que buscar en un análisis químico, resultaría de gran utilidad contar con la ficha técnica del material, información que al parecer la naviera todavía no ha proporcionado al gobierno central. Si se supiese el destino al que se dirige la granza, también se podría determinar su perfil de seguridad, ya que si es polietileno para uso alimentario o médico, se descartaría la presencia de cualquier aditivo tóxico. Todavía se desconoce si la granza contiene aditivos, y es algo muy importante para evaluar tanto el impacto medioambiental del vertido, como para diseñar estrategias de extracción seguras para los operarios y voluntarios de limpieza.
4. ¿La granza o 'pellets' de plástico pueden dañar el medio marino?
Aunque la granza de plástico no sea tóxica, sí es contaminante. Cualquier material que ocupa un lugar que no le corresponde se considera contaminación. El plástico, el vidrio, el textil o los escombros que acaban en el mar son, por definición, contaminantes, y tienen efectos negativos sobre el medio marino.
La granza de polietileno la pueden ingerir accidentalmente algunos animales. Al haber poca concentración de granza en el mar y al tener un tamaño de 5 mm de diámetro (no es un microplástico), cabe esperar que no cause grandes daños precisamente porque no es un material tóxico y es inerte, de modo que los animales capaces de ingerir bolas de ese tamaño lo podrían evacuar con la misma facilidad que lo han tragado –de la misma manera que si un niño se traga accidentalmente una pieza de un juguete, lo evacuará sin producir ningún tipo de toxicidad–. Sin embargo, a medida que la granza se va erosionando en el mar, algunas sustancias tóxicas se podrán ir adhiriendo a ella, y si el tamaño se reduce hasta la escala de los microplásticos (de milímetros a micrómetros), el peligro de ingestión será todavía mayor, pasando a formar parte de la cadena trófica.
La ingestión de microplásticos puede producir daños físicos por abrasión, y la presencia de tóxicos adsorbidos puede producir alteraciones endocrinas. Por estas razones, aunque la granza de plástico no sea tóxica ahora, es muy importante retirarla del medio marino antes de que se transforme en microplásticos y que estos daños se produzcan.
5. Cómo se debe limpiar
Para diseñar un buen protocolo de limpieza lo más importante es conocer la composición de la granza, sobre todo si esta contiene algún aditivo que pudiese ser tóxico por contacto o inhalación. Lo primero es garantizar la seguridad de los operarios y voluntarios de limpieza, aplicando el principio de precaución, y lo segundo es elegir las mejores técnicas de retirada de residuos que causen un menor impacto en los ecosistemas.
Si la granza fuese tóxica, no solo contaminante, la gravedad de la situación sería mucho mayor y habría que actuar con la mayor celeridad posible. En cambio, si la granza no es tóxica, hay que actuar con proporcionalidad y prudencia, y diseñar un protocolo de retirada que no perturbe la flora y la fauna de nuestras costas. Es muy importante no lanzarse a limpiar voluntariamente sin conocimientos previos o sin informarse antes del protocolo que se debe seguir en cada zona. En playas altamente sensibles, como las playas duneras o en las que se practica el marisqueo, es vital no remover la arena y no retirar vegetación. Si esto se hace sin conocimiento, se podría llegar a aniquilar vegetación dunar de gran valor y matar a millones de bivalvos. También hay que tener cuidado con la afluencia descontrolada a las playas, ya que al pisar la granza esta se puede quedar atrapada en capas más bajas dificultando la extracción. Por eso es fundamental que las tareas de limpieza se hagan de forma coordinada.
La limpieza no va a ser nada fácil y además va a ser muy cara. Existe un inventario internacional de tecnologías de plásticos marinos que contempla diferentes técnicas de detección y de extracción en arenales y en el mar. Para la limpieza de playas existen vehículos que cuentan con elementos rastrilladores que funcionan como escobas que barren la superficie de la arena sin dañar a los bivalvos que crecen debajo, o que incorporan filtros que funcionan como cedazos giratorios que separan por forma, tamaño y densidad los granos de arena de los de plástico. La aspiradora Hoola One, de las más empleadas en el mundo, es capaz de aspirar más de 10 litros de arena por minuto separando las partículas por flotabilidad, o el Marine Microplastic Removal Tool, que amontona la arena sobre una malla fina que atrapa los plásticos y otros materiales extraños mientras permite que la arena se caiga, o el Trash Trap, un sistema de redes de malla que utiliza un flujo de agua para capturar los residuos, y un largo etcétera de métodos. Para la limpieza del mar también existen robots limpiadores capaces de acumular residuos flotantes y de recolectar plásticos de los fondos; también hay diferentes métodos químicos y biológicos todavía en desarrollo para acelerar la descomposición de los plásticos. Todos estos métodos son caros y ninguno de ellos puede garantizar hoy en día la eliminación total de los plásticos.
6. Cuál es la magnitud del impacto medioambiental del vertido
La naviera es la única responsable de este vertido, por no asegurar una carga tan sensible, por perder un contendor con granza de polietileno, y por perder más contenedores con objetos de polímeros de gran impacto medioambiental, como neumáticos de caucho o plástico film. Además, todavía no se ha comunicado el destino y la ficha técnica del material, lo que está retrasando la toma de decisiones.
25 toneladas de granza de polietileno puede parecer mucho, pero en realidad el impacto medioambiental no es comparable ni con el vertido de granza acontecido en Sri Lanka hace un año y medio, ni mucho menos con el Prestige. En Sry Lanka –un país que no gestiona sus residuos plásticos, que los tira directamente al mar, y que es uno de los principales contaminadores marítimos del mundo– una naviera se incendió y se hundió vertiendo al mar más de 1.600 toneladas de granza y otros productos químicos de gran toxicidad, como hidrocarburos, escombros y granza quemada. Eso sí ocasionó una catástrofe. El accidente del Prestige tampoco se parece al actual, ya que se trataba de un petrolero que perdió su carga en el mar. El vertido actual que está llegando a nuestras costas no es comparable a ninguno de estos dos accidentes, ni en dimensiones ni en tipo de sustancias que han llegado al mar. Así que no se trata de restar importancia al actual incidente, sino de ofrecer información verdadera, clara y proporcionada.
Sin embargo, desde hace unos días la situación se ha magnificado artificialmente. Se ha llegado a asegurar que la granza es tóxica cuando no se tenía ningún indicio de ello, se ha comparado con el Prestige al grito de Nunca máis, y se ha exagerado el impacto medioambiental hasta el punto de poner en duda la seguridad del pescado gallego. Todos los productos de nuestros mares que llegan al mercado son y seguirán siendo de la mejor calidad del mundo, seguirán pasando por los mismos controles sanitarios que siempre antes de llegar a las lonjas, así que resulta mezquino poner esto en duda y maltratar gratuitamente a un sector tan valioso para el país como el sector pesquero.
No se puede obviar que este incidente ha ocurrido a pocas semanas de las elecciones autonómicas. En un país en el que la polarización es la palabra del año, también este accidente se ha convertido en la diana de algunas campañas políticas. Da la impresión de que cuanto más grave sea el impacto medioambiental del vertido de granza, más se van a beneficiar algunos partidos. Parece que el medioambiente, la pesca o la ciencia es lo que menos importa. Por eso, ahora más que nunca es necesario ser precisos y prudentes con la información que se transmite, dos valores que están en el ADN de la ciencia.