Se ha extendido el rumor de que los test no son fiables tras la vacunación, que pueden dar falsos positivos. Esto no es correcto. Un resultado positivo en test de antígenos indica con toda probabilidad que esa persona está infectada y, más importante, que es potencialmente contagiosa.
Algunos síntomas de la COVID-19 se pueden confundir con los efectos secundarios de la dosis de refuerzo de la vacuna, como fiebre, dolores musculares o fatiga. Pero la vacuna no produce mocos, tos, o dolor de garganta. Con la incidencia tan alta es posible que algunas personas se hayan infectado justo después de recibir la tercera dosis, o se hayan vacunado estando infectadas sin saberlo, lo que les habrá provocado una respuesta inmunitaria desproporcionada, con síntomas intensos e inmediatos. Por eso, ante la duda lo mejor es confirmarlo mediante un test de antígenos.
Los test de antígenos detectan antígenos específicos del virus
Los virus tienen una serie de proteínas en su superficie que se denominan antígenos. Los test de antígenos detectan algunas de esas proteínas específicas del virus, por lo que sirven para determinar la presencia de SARS-CoV-2 en el organismo.
El SARS-CoV-2 presenta hasta cuatro tipos de antígenos: proteína S de pico o proteína spike (la llave con la que el virus es capaz de entrar en las células humanas), proteína N o de nucleocápside, proteína E o de envoltura y proteína M o de membrana.
La mayoría de test de antígenos están diseñados para detectar la proteína N del SARS-CoV-2, aunque también existen en el mercado test que detectan la proteína S.
Los test son muy sensibles ante cargas virales altas, es decir, un resultado positivo implica que esa persona tiene una cantidad importante de virus en el organismo, suficiente como para poder contagiar a otras personas. Los test también son muy específicos, lo que significa que solo dan positivo para el virus SARS-CoV-2, porque detectan proteínas que solo están presentes en este virus, incluyendo todas sus variantes conocidas. Así que, ni los virus de la gripe, ni otros virus del resfriado pueden dar falsos positivos, porque carecen de esas proteínas.
Por tanto, una persona con test de antígenos positivo deberá ser considerada a todos los efectos como un paciente SARS-CoV-2 positivo potencialmente contagioso.
Las vacunas no contienen los antígenos que detectan los test
Algunas vacunas utilizan antígenos de virus para entrenar al sistema inmunitario de tal manera que este responda de una manera rápida si entra en contacto con el virus. Por el contrario, las vacunas de ARN mensajero, como la de Pfizer o Moderna contra el SARS-CoV-2, no introducen partes del virus en el organismo; lo que hacen es proporcionar las instrucciones necesarias para que el organismo produzca por sí mismo algunos antígenos virales, en concreto la proteína S o spike, que es la que el virus utiliza como llave para entrar en las células del cuerpo. Esto desencadena una respuesta inmunitaria que consiste en que el organismo se pone a fabricar defensas específicas, de tal manera que cuando entre en contacto con el virus lo reconozca rápidamente y no se desarrolle la enfermedad. La defensa propiciada por las vacunas consiste principalmente en anticuerpos específicos y células de memoria como los linfocitos que se encargan de localizar, señalar y destruir los virus.
Los test de antígenos detectan proteínas del virus, no componentes de la vacuna
Aunque las vacunas inducen la producción de antígenos, los test no los detectan. Hay dos razones. La primera es que la vacuna es intramuscular, por lo que la producción de antígenos tras la vacunación tiene lugar a nivel local en el sitio en el que se ha administrado la vacuna y no parece posible que pueda llegar hasta las vías respiratorias en cantidad detectable. Esto significa que en las muestras de saliva o de hisopo nasal, de garganta o nasofaríngeo que se emplean en los test no se detectarán antígenos tras la vacunación. La segunda razón es que la mayoría de los test están diseñados para detectar antígenos diferentes a los que producen las vacunas, como por ejemplo la proteína N.
Los laboratorios que han desarrollado los test de antígenos han tenido estas dos razones en cuenta para evitar que se produzcan falsos positivos.
No es posible contraer la COVID-19 a través de la vacunación
No, no es posible contraer la COVID-19 a través de la vacunación, ya que ninguna de las vacunas contiene virus vivos.
Lo que sí podría suceder es que una persona vacunada frente a la COVID-19 estuviera incubando la infección o estuviera pasando la enfermedad sin síntomas en el momento de recibir la vacuna. En este caso, esta persona podría enfermar, pero no por haber recibido la vacuna en sí sino por estar infectada previamente.
De hecho, la mayoría de las personas que se vacunaron estando infectadas sin saberlo, han desarrollado síntomas de enfermedad de forma fuerte e inmediata justo después de la vacunación. La fiebre, la fatiga, el dolor de garganta, la tos o los mocos, son consecuencia del sistema de defensa del organismo y cómo este trata de librarse del virus. La respuesta defensiva se intensifica de golpe tras la vacunación si la persona estaba infectada previamente, porque se junta la respuesta normal del sistema inmunitario con la acción multiplicadora de la vacuna.
También es posible contagiarse justo después de la vacunación, ya que las vacunas necesitan un tiempo tras su administración para que el organismo desarrolle la protección frente al virus. Además, hay que recordar que las vacunas de la COVID-19 son muy efectivas contra la enfermedad grave, pero no son esterilizantes. Esto significa que, aunque las vacunas disminuyen la probabilidad de contagio, no lo evitan completamente. Las personas vacunadas pueden infectarse y transmitir el virus a otras. Esto no es algo nuevo o inusual en una vacuna; las del sarampión, la difteria o la varicela tampoco son vacunas esterilizantes, aun así han servido para reducir la transmisión y han salvado muchas vidas.
La vacunación tampoco da falsos positivos en PCR
La técnica PCR sirve para detectar fragmentos específicos de ARN del virus. Con las vacunas de Pfizer y Moderna se administra un fragmento de ARNm del SARS-CoV-2 que acaba produciendo la proteína S del virus. Este ARNm se degrada rápidamente tras la administración intramuscular de la vacuna, no llega a alcanzar las vías respiratorias y, por tanto, no puede ser detectado en la mucosa nasofaríngea de la persona vacunada. Además, la técnica de determinación por PCR identifica otras secuencias del material genético del virus diferentes al ARNm de las vacunas y el resultado solo es positivo cuando tiene lugar la identificación de varios genes del contenido genético del virus que es diferente a ARNm de la vacuna.
¿De dónde sale la creencia de que las vacunas dan positivo en los test?
La vacuna de refuerzo (o tercera dosis) se está administrando durante la sexta ola. Con una incidencia tan alta es posible que algunas personas ya estuviesen infectadas sin saberlo en el momento de la vacunación, o se contagiasen justo después, dando positivo en los test tras la vacunación. La coincidencia en el tiempo de la vacunación de refuerzo y el aumento de contagios genera la ilusión de que una cosa es la causa de la otra. Para esto los científicos tenemos un dicho: "Correlación no implica causalidad", lo cual significa que aunque dos fenómenos sucedan a la vez o estén relacionados, no implica que uno sea la causa del otro.
La creencia de que las vacunas dan positivo en los test también tiene su origen en un estudio reciente del ISGlobal de Barcelona que fue malinterpretado en algunos medios de comunicación. Uno de los objetivos del estudio es evaluar la forma más adecuada de monitorear las respuestas de anticuerpos tras la vacunación. Para ello midieron los anticuerpos de defensa que se producen tras la administración de diferentes vacunas. Los anticuerpos se unen químicamente a los antígenos del virus de forma específica: hay anticuerpos para los antígenos S, anticuerpos para los antígenos N, etc. Las vacunas desencadenan la formación de antígenos S, por lo que el sistema inmunitario producirá anticuerpos para el antígeno S. Sin embargo, en el estudio se produjo un hallazgo inesperado: tras la vacunación con Pfizer y con Moderna se detectaron tanto anticuerpos para los antígenos S como para los antígenos N. Con Moderna detectaron más anticuerpos para el antígeno N que con Pfizer. Esto contradice a otros estudios previos, como este y este, que no detectaron anticuerpos para el antígeno N tras la vacunación, por eso los anticuerpos N no se utilizaban para evaluar la eficacia de las vacunas. Hasta ahora. El estudio de ISGlobal es importante porque sugiere que habría que medir otros anticuerpos, de lo contrario se podría estar subestimando la eficacia de las vacunas. ¿Y esto que tiene que ver con los test?
Además de los test de antígenos y las PCR, hay otro tipo de test, los test serológicos o de anticuerpos que se hacen a través de muestras de sangre. Los test de anticuerpos identifican anticuerpos en sangre. Hay de dos tipos, los que detectan anticuerpos para el antígeno S, y los que detectan anticuerpos para el antígeno N.
Por eso la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) dice que es muy importante saber qué tipo de anticuerpos identifica el test de sangre utilizado: "Aquellos que únicamente identifican anticuerpos para el antígeno N del virus, no darán falsos positivos en relación con haberse vacunado. Aquellos que identifican anticuerpos para el antígeno S, sí los pueden dar". Sin embargo, a la luz de los resultados del estudio del ISGlobal de Barcelona, se infiere que incluso los test de anticuerpos para antígenos N podrían dar falsos positivos, aunque fuese con una probabilidad menor. Esta y no otra es la interpretación correcta del estudio.
En conclusión, los test de antígenos y las PCR no dan falsos positivos. Sin embargo, existe la posibilidad de que sí den falsos positivos los test de sangre de anticuerpos. Por esa razón, si una persona quiere saber si está infectada y si es potencialmente contagiosa debería hacerse un test de antígenos o una PCR.
En algunos medios de comunicación se afirmó erróneamente que los test de antígenos podían dar falsos positivos tras la vacunación. Los desinformadores citaron el estudio de ISGlobal para darle una pátina de credibilidad a sus afirmaciones. Lo que ocurrió en realidad es que confundieron los antígenos con los anticuerpos y además malinterpretaron el estudio. Es el problema de hablar de lo que no se sabe.
Conclusión: test de antígenos o PCR positivos significan infección
En resumen, podría decirse que la posibilidad de que se produzca un falso positivo mediante PCR o test de antígenos es prácticamente nula, tanto para la población vacunada como para la no vacunada. Por este motivo el consenso científico (representado por la AEMPS) es que todo paciente, haya sido vacunado o no, en el que se obtenga un resultado positivo en un test de antígenos o en una determinación de PCR deberá ser considerado a todos los efectos como un paciente SARS-CoV-2 positivo. PCR o test antigénicos positivos significan infección.