Aragón se vacía. Y Asturias. Y Castilla y León, Castilla-La mancha o Extremadura. A la velocidad actual el interior de España será un inmenso páramo entre capitales de provincia.
Con el abandono de las zonas rurales se perderá biodiversidad, aumentará la importación de alimentos, los incendios y la erosión. El abandono de conocimientos, técnicas y labores es ya palpable en nuestros campos.
Hay ya políticas para revertir la situación, pero el primer paso es ser capaces de dar a los habitantes de las zonas rurales los mismos servicios que reciben los urbanitas. O parecidos.
Hoy nos vamos a Huesca, donde la supervivencia de una comarca y su industria depende en gran medida de unas deficitarias comunicaciones y un lamentable estado de las carreteras. Hace años que los vecinos de Binaced, Monzón o Binefar piden que se arreglen sus únicas vías de acceso.