Operación salida en agosto. Una operación cosmética más y ya son demasiadas. Tras los escándalos de presunta corrupción, el rey emérito comunica que se va de España. Es un buen momento para recordar que lo importante no es el viaje, sino lo que deja. Toca llegar al fondo del asunto: aclarar sus movimientos de dinero, dar explicaciones políticas, que se haga justicia. Todo eso sigue pendiente. Si se oculta, flaco favor hacemos a la democracia.
Una sociedad avanzada no debiera estar para guardar las apariencias. Demasiadas se han guardado ya. Los tiempos van cambiando. Un comunicado en agosto y un cambio de residencia no son suficientes cuando quedan tantos asuntos y tan graves por dilucidar. Se va, pero se olvida de algo: explicarse ante el pueblo que les paga.
La justicia lleva sus tiempos. Suele ser especialmente lenta en algunos casos. A rebufo de las investigaciones del fiscal de Ginebra hemos ido conociendo algunos datos. La política puede ser más rápida. Más allá de los ritmos judiciales, seguro que el emérito podría aclarar mañana mismo ante los españoles las acusaciones y despejar las dudas, si todo ha sido tan "ejemplar" y no tienen nada que ocultarnos.
El comunicado difundido habla más por lo que oculta, que por lo que pretende decir. Queda para la historia la frase de que Juan Carlos I abandona España "ante la repercusión de ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada". Vamos, eso de lo que usted me habla. Qué sabe nadie. Los "ciertos acontecimientos" se suman a lo que venimos oyendo de "la señora tal", la "amiga entrañable" y toda esa serie de ambigüedades, cinismo, opacidad y, a fin de cuentas, tratar al pueblo adulto como si fuera infantil. Aunque, a menudo hasta los niños hablan más claro.
Puesto todo en presunto, imagino que "ciertos acontecimientos" son los cobros de decenas de millones de los países del Golfo, ocultos con testaferros en paraísos fiscales, no declarados a la Hacienda del país donde ejercía de jefe del Estado, con movimientos de dinero negro y unas prácticas que distan mucho de ese "afán de servicio a España que inspiró mi reinado”, del que habla la nota difundida.
Felipe VI destaca la "obra" y el "legado" de su padre y volvemos a ver más o menos a los de siempre aplaudiendo o mirando hacia otro lado. Son los mismos que antes no veían nada, pero ahora parece que el emérito se va porque nada había. Qué contrariedad. Aunque, si se va, también toca aplaudir. Se va Juan Carlos de Borbón, pero olvida algo. ¡Anda, la cartera! Sí, como en el anuncio de los donuts. La cartera la lleva consigo, pero lo que entraba y salía de ella convendría explicarlo. Se va. Esperemos que no quede todo en un "sinpa".