Machismo y racismo son dos venenos sociales aprovechados por la extrema derecha y por los portavoces más reaccionarios. Lo estamos viendo estos días en las noticias, en las redes sociales, en los discursos políticos... Lo carca no para ni en agosto. Igual porque les da más el sol en la cabeza y repiten mantras como "las mujeres se quejan por vicio, son ’feminazis’, lo hacen para cobrar subvenciones..." o "a los inmigrantes no hay que rescatarlos en alta mar, son mafias, llévatelos tú a a tu casa, que tanto les defiendes".
Hablo de un veneno social, porque el machismo y el racismo, tan presentes en la actualidad, llevan aparejada una carga de odio y exclusión que, solo por el hecho de su presencia en la sociedad, tienden a generar división y enfrentamientos, a partir de alterar conceptos que deberían ser indiscutibles: la igualdad y la solidaridad. En misa se explica de otra manera: el amor al prójimo. Así, para que todos lo entendamos. O quizás ni por esas. Algunos son creyentes, pero solo de boquilla. Y de rodilla.
Es tremendo, a estas alturas, tener que justificar aún la lucha feminista en España, porque sigue habiendo un pensamiento reaccionario que la considera sin sentido. Esto en un país donde pegan y matan a mujeres por violencia machista. Cada día, cada semana, suele haber noticias de este tipo. A la violencia hay que sumar las agresiones sexuales, la desigualdad de salarios o el techo para que ellas accedan a los puestos de mando. El feminismo está cargado de razones por estos y por unos cuantos hechos más. Ya solo porque sigue habiendo mentes y discursos carcas, merece la pena la lucha feminista.
De igual manera pienso que es llamativo tener que explicar aún en nuestros días que a las personas que están a la deriva en alta mar hay que rescatarlas. Sean negros o blancos, ricos o pobres. Está en la esencia del ser humano. Hay que ayudar al otro. Sea muy patriota o inmigrante. No se les puede tener varios días abandonados, dando vueltas o poniendo sus vidas en peligro. Para estas cosas nos dotamos de instituciones que deben coordinarse, con competencias y presupuestos que pagamos entre todos. Muchos preferimos que nuestro dinero sea para salvar vidas, antes que para que otros se den la vidorra.
Cuesta mucho conquistar derechos y suele costar bastante menos quitarlos o perderlos. Algunos lo saben perfectamente. Vivimos tiempos en los que muchos querrían que todo siguiera igual o que retrocediera, para que ellos siguieran viviendo divinamente. Ante el empobrecimiento, la precariedad y la incertidumbre, para algunos es más fácil y rentable señalar que el peligro, lo que molesta o lo que incordia son las mujeres o los inmigrantes. Más que señalar los abusos de los que se aprovechan o explotan a unos y otros.
Son tiempos, pues, de mucha pedagogía. De defender los derechos conquistados y de seguir aspirando a más. La lucha por la igualdad, sea cual sea nuestra raza, género o condición sexual, sigue estando amenazada. También por portavoces y trolls de lo reaccionario. No habrá un tiempo en el que esto deje de ser materia de enfrentamiento. Hay muchos intereses en juego. Por eso, cargados de razones, tocará siempre defenderlo y conquistarlo.