La motivación es fundamental cuando se inicia una “dieta”, entendida como un cambio en nuestros hábitos alimentarios. Lejos de entrar a debatir cuáles son motivos correctos o incorrectos que hacen que nos planteemos cambiar nuestra forma de comer, lo que es un denominador común son la aparición de los antojos de comida.
Algo que se ha relacionado muchas veces con una baja fuerza de voluntad, pero que la ciencia ha demostrado que es frecuente que se den. De hecho, ya se habla de términos como la “incubación del antojo”, que hace referencia a que cuanto más tiempo se niega una sustancia deseada, más difícil es ignorar las señales que la provocan. Este concepto lo definió por primera vez el investigador Jeff Grimm de la universidad de Western Washington, quien también ha estudiado formas de poder resistirlo.
La solución podía haber sido encontrada por un estudio de la Universidad Estatal de Washington que se ha publicado en la revista ‘Obesity’, en el cual se sometió a un grupo de ratones a una dieta durante 30 días, los cuales se dividieron en dos grupos: mientras a unos ratones se le sometió a ejercicio intenso, otros se les liberó de ello. Y se observó que aquellos que habían hecho ejercicio redujeron su antojo de bolitas de comida rica en grasa.
Dicho de otra manera, el ejercicio físico, además de ser beneficioso físicamente y ayudar a la pérdida de peso, también ayudaría mentalmente a ganar la batalla contra los antojos, mejorando el control sobre éstos frente a alimentos poco saludables. Pero, como decimos, todo aún está en un “podría”. Los mismos investigadores señalan que es necesario seguir investigando y el equipo responsable de este estudio se plantea ahora investigar el efecto de diferentes niveles de ejercicio, así como la forma que el ejercicio actúa en el cerebro para aumentar la resistencia a los antojos de comida.
Muchos hablan también de adicción a la comida, aunque no está claro ni resuelto a nivel de investigación si los alimentos son capaces de crear adicciones del mismo modo que hacen las drogas. Además, no todos los alimentos tienen el mismo efecto “adictivo”. Es raro encontrar a alguien que tenga antojo de acelgas o de coliflor. Normalmente son los alimentos ricos en grasas y azúcares los que más frecuentemente se relacionan con los antojos.
Lo que está claro es que este estudio nos muestra un motivo más para abandonar el sofá. El ejercicio, además de ayudarnos a prevenir enfermedades cardiovasculares, la obesidad o la diabetes, también podría ayudar a que consigamos comer de una forma más saludable haciéndonos más resistentes a las “tentaciones”. Lo que antes se pensaba que era simplemente “por no perder lo ganado al hacer deporte”, hoy parece que tiene una explicación científica y, descifrar el mecanismo, seguramente sea un paso más en la lucha con la verdadera pandemia de este siglo: el sobrepeso.