El jueves saltaban de nuevo las alarmas. Las autoridades de la ciudad Shenzen, al sur de China, informaban haber encontrado restos de coronavirus en alitas de pollo que habían sido importadas desde Brasil, y, con ello, volvía la pregunta a la mente de todos: ¿puede ser la cadena alimentaria una fuente de COVID-19?
Pollo con coronavirus
Los restos fueron detectados en la superficie de la muestra de alitas de pollo analizada. A raíz del descubrimiento, las autoridades de la ciudad para la prevención y control de enfermedades realizaron pruebas a toda persona que había podido estar expuesta al producto. Afortunadamente, todos habían dado negativo en la prueba que se les había realizado.
Según las fuentes, el pollo procedía de una planta de una empresa del estado brasileño de Santa Catarina. Localizado gracias al número de registro que figuraba en el comunicado oficial que han recogido varias cadenas de información internacional.
Aunque no ha sido el único caso que ha sido investigado. Las autoridades de China han analizado en los últimos meses productos alimentarios importados de diferentes países como forma de intentar reducir el riesgo de una posible llegada del virus desde fuera de sus fronteras.
De hecho, el gigante asiático, lugar de origen del brote y de esta pandemia sin precedentes a nivel mundial en los últimos tiempos, ha registrado a fecha de hoy más de 89.000 positivos. Hecho que no impide que se siga buscando y rastreando posibles fuentes de infección y de generación de nuevos brotes.
La OMS no reconoce los alimentos como fuente de contagio
El mismo jueves la Organización Mundial de la Salud (OMS), a raíz de la alarma que lanzaban las autoridades chinas sobre las alitas de pollo brasileñas, comunicaba que, hasta el momento, no se han registrado casos de transmisión de coronavirus en la comida.
La responsable y líder en epidemiología de la OMS, la doctora María Van Kerkhove, explicaba en una rueda de prensa que entre los más de cien mil paquetes que se inspeccionaron, solo se encontraron menos de diez infectados con trazas del virus. A lo que el director de emergencias del mismo organismo, Mike Ryan, añadía que las personas ya están suficientemente asustadas con la COVID-19, por lo que es importante hacer un seguimiento de estos hallazgos para que se pueda continuar con las vidas cotidianas sin más temores suficientemente confirmados.
De hecho, señalaban que ya hay suficientes problemas, pero uno de ellos no es la cadena alimentaria. Aunque se seguirá investigando la situación, aunque no hay evidencias científicas de que los alimentos estén participando en la transmisión del virus.
También aprovecharon a hablar sobre si hay evidencia de que algunas personas se hayan podido infectar de coronavirus más de una vez, a lo que la doctora Van Kerkhove apuntó que, aunque algunos países sugirieron esta posibilidad, a día de hoy tampoco se ha confirmado y que se está intentado encontrar los casos donde se pudiera haber dado esta situación.
Coronavirus y envases de alimentos
Aunque no hay relación de contagios por consumir alimentos que pudieran tener trazas de coronavirus, sí se reconoce (y la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria -EFSA-) que los envases de los alimentos, ya sea a base de plástico, cartón o cualquier otra superficie pueden ser un vector de transmisión del virus. Especialmente si no se cumplen las medidas de higiene, como el lavado de manos, tanto por quien lo envía como por quien lo recoge.
Pero los alimentos no son los causantes, ya que, cuando los consumimos, van al sistema digestivo y no al tracto respiratorio, donde sí se ha demostrado que tiene la capacidad de infectar al cuerpo. Habría que tocar el alimento (o su envase) y meterlo en nuestras vías respiratorias. Si el virus se ingiere, se supone que muere con los ácidos del estómago. Pero si sobreviviera, acabaría saliendo por donde salen los restos de comida que no digerimos.
El caso de las alitas de pollo no es el primero que notifica China. Poco antes en otra ciudad del país, concretamente en Wuhu, encontraron trazas del virus en el empaquetado de camarones importados de ecuador. Mientras que la ciudad protuaria de la provincia de Shandong del mismo país, detectaron restos en el envoltorio de pescados congelados. En ambos casos siempre haciendo referencia al empaquetado, nunca al alimento.
Cocinando sin tocarse la cara
Estos casos no dejan de reforzar los mensajes que se han dado durante toda la pandemia a la población: la comida es segura y consumirla no vehiculiza la infección por coronavirus, pero hay que prestar especial atención a los envases y paquetes que transportan los alimentos. Para ello, podemos desinfectarlos, o, mucho más fácil, lavarnos las manos cuando cambiemos de alimento a manipular y no tocarnos la cara ni ninguna superficie con las manos mientras estemos cocinando si no han sido debidamente lavadas o desinfectadas.