Aunque podemos encontrarlas casi durante todo el año en algunos supermercados de forma fresca, y congeladas durante siempre, personalmente, el inicio de la primavera para mí es cuando empiezo a ver fresones (y fresas, aunque en menor cantidad) en las fruterías, mercados y supermercados.
Una de las frutas y sabores favoritos en España. Nosotros somos de fresas de la misma manera que Francia es a la vainilla (de hecho, allí tienen hasta refrescos de cola con este sabor). Una fruta muy rica e interesante nutricionalmente pero que para (casi) todo el mundo presenta un problema: no nos llegan a durar ni 48 horas sin que empiecen a estropearse.
¿Cómo podemos conseguir que las fresas aguanten más?
Es verdad que las fresas son una de las frutas que tienen poca durabilidad, especialmente si no sabemos cómo manejarlas. Y es muy común escuchar quejas de nuestro alrededor tipo “¡si las he comprado ayer!”. Por esta razón, la mejor manera de conservarlas es en el frigorífico de nuestras casas.
Además, suelen retener mucha humedad, por lo que no debemos guardarlas dentro de bolsas de plástico o en tuppers cerrados (salvo que vayamos a congelarlas) ya que conseguiremos justo el efecto contrario: que duren incluso menos que al aire libre. Lo más aconsejado es colocarlas en un recipiente lo mas amplio posible para que no estén amontonadas, con un papel de cocina absorbente en la base para que recoja ahí cualquier resto de humedad.
Otro truco para tener en cuenta es colocarlas con las hojas hacia abajo, una al lado de otras. Y, en caso de tapar el recipiente, podemos poner una tapa con agujeros o utilizar papel film y agujerearlo con un tenedor teniendo cuidado de no pinchar ninguna. Aunque yo recomendaría directamente no taparlas porque es clave para esta fruta el estar ventiladas.
Importante también es observarlas: si vemos que alguna empieza a ponerse mala y tiene moho hay que retirarla en seguida y que no toque el resto para que el resto no se nos estropee aceleradamente. De hecho, una vez que tienen moho, la recomendación es desecharlas. Por otro lado, nada de lavarlas antes de guardarlas. Lo mejor, darles un buen lavado bajo el grifo, incluso dándoles con un cepillito suave justo en el momento en que las vamos a consumir.
De esta manera podemos conseguir que, en vez de 24-48 horas, lleguen a durarnos hasta 3 o 5 días. A lo mejor algunos días más, pero tampoco tengamos demasiada esperanza en que nos duren la semana, porque, como hemos comentado, son frutas de poca duración en las casas. De hecho, en mi caso, cuando las compro, suelen ser las primeras frutas que consumo para evitar tener que tirarlas (el precio tampoco está como para tirar a la basura, más allá, por supuesto, de que medioambientalmente es un delito).
No todas las frutas maduran
Igual que nosotros, que tenemos amigos y enemigos, las frutas funcionan de la misma manera. De hecho, debemos aprender a distinguir entre los dos tipos de fruta según su maduración, las climatéricas y las no climatéricas. Es decir, las primeras, las frutas climatéricas, siguen madurando después de que se han recolectado. Fundamentalmente porque producen etileno, una hormona responsable de dicha maduración.
Por otro lado, las frutas “no climatéricas” son aquellas que, una vez que las separamos de la planta o el árbol que las produce, dejan de madurar, y lo único que inician con el paso del tiempo es un proceso de degradación.
Como frutas climatéricas, las que siguen madurando, encontramos al plátano, el aguacate, las ciruelas, los kiwis, los tomates, el mango, el melocotón o la sandía. Y en el otro bando, en las que no maduran, estarían frutas tan conocidas como la naranja, los limones, las moras, las cerezas, arándanos, granadas, calabazas, pepinos o la piña. Y, por supuesto, las fresas.
Beneficios nutricionales de las fresas
A parte de estar muy ricas y tener un color rojo vibrante que llama la atención de todos, esta fruta es muy poco calórica. Se calcula que llega a aportar 33 kcal cada 100 gramos, por lo que es un manjar dulce que podemos comer sin preocupación. De hecho, haremos un gran favor si la incluimos regularmente en nuestra alimentación.
Son muy bajas en azúcares (5 gramos por cada 100) y muy ricas en agua. Además, son una pequeña bomba de vitaminas minerales, entre los que destaca la vitamina C, la B9, el potasio o el calcio. No hay mejor manera de dar la bienvenida a la primavera para nuestro cuerpo que consumir esta fruta.
Si esto nos sabe a poco, también destacan por la gran concentración y cantidad de antioxidantes que contienen, así como por su cantidad de fibra. Por lo que, buenas noticias: son perfectas para las dietas de control y reducción de peso, así como nos ayudan a controlar la sensación de hambre y apoyan las funciones metabólicas del cuerpo.
De hecho, varios de los compuestos de las fresas y fresones nos ayudan a regular lo niveles de azúcar en sangre y bloquean los daños que causan al cuerpo los radicales libres y sustancias oxidantes. Con todo esto podemos concluir que no hay razón para no disfrutar de un buen tazón de fresas. Con nata o sin nata, eso ya es otro tema.