Mayo nos recuerda que quedan menos de dos meses para que comience el verano. Y lo hace con días con más horas de luz, y, poco a poco, marcando temperaturas más altas en los termómetros. Comenzamos a salir más a la calle, y con ello, también empieza a apetecer consumir más bebidas refrescantes y fresquitas.

Puede que, junto el gazpacho, la horchata se la bebida de verano española más internacional. E, igual que el gazpacho, un buen vaso de horchata de buena calidad, rica en almidón y sin azúcares añadidos, sea un aporte de nutrientes para nuestro cuerpo que no podemos dejar pasar por alto. No en vano es una bebida a base de un tubérculo, por lo que no sorprende su cantidad de hidratos de carbono.

Además de refrescar y de calmar el apetito, según una investigación del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC), un vaso grande de esta bebida consumida al menos durante tres días es capaz de generar cambios en nuestra flora intestinal dándonos un perfil más saludable.

Esta investigación publicada en la revista científica ‘Nutrients’ se basa en el estudio de 35 voluntarios que consumieron un vaso de 300 mililitros diarios de horchata sin pasteurizar, sin quitarle almidón y sin añadirle azúcares. En los voluntarios se pudo observar que parece que este consumo mejoraba la salud digestiva de los participantes.

Además, se analizó la flora intestinal así como los microorganismos que los individuos tenían en el sistema digestivo tanto antes como después de tomar durante los tres días los respectivos vasos de esta horchata, descubriendo estos cambios que posiblemente fueran causados por este alimento.

La horchata es muy rica en almidón resistente, uno de los “alimentos” que utiliza nuestra flora para subsistir en nuestro interior, así como en ácido oleico y antioxidantes de la chufa.

Después de los tres días, y analizando el ADN microbiano de las muestras de heces que se recogieron antes y después de tomar la horchata, se observó como el perfil de la flora cambiaba, aumentando la cantidad de las especies “beneficiosas” en la flora, especialmente sobre la salud del propio intestino, como para el sistema inmunológico.

Concretamente, solo para quien quiera saber más, se vio que aumentaba la cantidad de bacterias “Akkermansia”, que se asocia a una mayor pérdida de peso, “Christenellaceae”, “Clostridiales”, o las “Faecalibacterium”, que varios estudios asocian a estas últimas con un mejor control de la glucosa en sangre. Parece que beber horchata tradicional fomenta y mejora la presencia de estas bacterias en la flora, y, como vemos, sus beneficios son muy interesantes para nuestra salud.