El año que viene haré 10 años en el activismo social y político. No fue casual comenzar a luchar por las madres de España. Me llevó a ello casi de manera inevitable mi propia renuncia, verme expulsada del mercado laboral con solo 32 años. Decían que era una "elección voluntaria", cuando aquel día, al borde del colapso, renuncié a mi trabajo como creativa en una agencia de comunicación de Madrid. Pero no. Una recién madre, con hipoteca, familia a 600 kilómetros y una niña de dos años no decide "libremente" dejar su trabajo, su sueldo y parar su carrera profesional, por la que tanto ha luchado.
Dicho esto, con la intención de contextualizar, en estos 10 años nunca antes había asistido a un momento político de tan bajo compromiso social. Estamos presenciando una política que va más allá de la política de titular de hace unos años, cuando parecía el Congreso una competencia de a ver quién dice la burrada más sonada y quién genera más clics y alcance en redes sociales, como si de un pacto no hablado con los medios de comunicación se tratara. Los medios de izquierda empoderando las barbaridades de unas/os y, los de derecha, las de otras/os. Una guerra mediática, impulsada por TikTok y los memes infinitos, que daba mucha vergüenza ajena. Pero lo de ahora, fíjate lo que te digo, me parece peor aún.
Estamos ante una política de promesas y anuncios que NUNCA llegan. Medidas que se presentan con alegría y alboroto, haciendo mucho ruido, con anuncios grandilocuentes, redacciones pobres y discursos tan firmes como poco serios y profundos. El problema es que, con estos anuncios, los medios disparan titulares como si en vez de promesas fueran hechos consumados y al día siguiente tengo en mi bandeja de entrada cientos de mensajes de madres desesperadas, al borde del colapso, preguntándome cómo pueden ejercer su derecho a conciliar, que han visto en portada. La impotencia, rabia y frustración, que esto me produce en mis desvelos, me hace a veces caer en una soñada renuncia a seguir luchando.
Llamadas de periodistas preguntándome: ¿qué quiere decir este anuncio, Laura? Respiro, me informo, comparto con mi equipo y me impulso, porque lo último que quiero es que se dé una información que deje a las madres más desamparadas aún.
Os contaré la última de este marketing político que me remueve tanto estos días. Y es que cuando aún estamos esperando que acabe el plazo de enmiendas de la muy publicitada Ley de Familias, llega una nueva propuesta de ley que comparte todo y nada: el nuevo producto de la oposición al Gobierno: la ley de conciliación del Partido Popular.
La Ley de Familias fue un proyecto de ley, resultado de un trabajo ingente de 50 organizaciones que reflexionaron, trabajaron y crearon un camino importante de por dónde teníamos que avanzar hacia una igualdad real para todas las familias. Hubo debate social, diagnóstico y muchas sesiones de trabajo. Incluimos el necesario reconocimiento a todas las familias y un marco normativo donde incluir todas las medidas de conciliación y corresponsabilidad necesarias. El borrador final se resumió tanto, se limpió tanto que resultó muy insuficiente, sí, pero es el inicio de un cambio social. O eso pensamos.
Si buscas en Google puedes encontrar rápidamente cientos de reportajes con titulares de "se aprueba la Ley de Familias", cuando nunca ha sido aprobada y se ha aplazado el proceso de enmiendas por vigésima vez desde marzo. Es decir, ni siquiera ha llegado al Congreso al debate parlamentario. Mucho menos se ha hecho efectiva ninguna de sus medidas.
Bueno, pues ese trabajo, esa inversión en tiempo y recursos está bloqueado por la división interna del propio Gobierno. Y por supuesto por la falta de apoyo del resto de fuerzas políticas. Que aquí cada cual quiere poner su firma y, si no, "no vale". No hay que ser una gran experta en la materia para saber que hasta Los Panchos dudan de su tramitación.
Ahora tenemos otra ley por la que luchar: la "ley de conciliación", un nuevo proyecto que revisar, al que mandar feedback y propuestas para seguir jugando a este juego político de entretenimiento barato. Y sumar medidas mientras esperamos que se aprueben los permisos de cuidado impuestos por Europa, se corrija el error en la Ley de Paridad, se pongan de acuerdo para tramitar la Ley de Familias, se reconozcan las familias monoparentales, se reconozca social y económicamente a las madres, se proteja a las familias más vulnerables, se amplíen los permisos de nacimiento, ¡ah! y las empresas se den por aludidas, que con tanto anuncio y entretenimiento político estas estarán mirando el baile desde la barrera, pensando que así ganan tiempo para seguir con este modelo productivo incompatible con los cuidados y las familias, que tanto les beneficia.
De la libertad como enfoque en la nueva propuesta de "ley de conciliación" recordadme hablar otro día, que por hoy ya tenemos bastante.