Llevo 15 años cuestionándome, mucho, lo que pienso, lo que digo, lo que decido, lo que transmito a mis hijas, el ejemplo que soy, no solo para ellas, sino para todas las Malasmadres. Asumiendo la responsabilidad social que tienes cuando te expones, cuando tienes seguidores y presides una asociación. Llevo años aprendiendo a ser feminista, leyendo todo lo que puedo, formándome, revisándome y observando y ha sido de las mejores decisiones de mi vida porque digo orgullosa que a mí el feminismo me ha cambiado la vida y lo seguirá haciendo, pero os prometo que hay días que me resulta agotador, que me siento traidora, inepta, absurda y levanto las manos al grito de: "Soy Malafeminista también".
El domingo me sentí mal al reconocer haber movido la cadera al golpe de Zorra la noche anterior, mientras veía la final con mis hijas. No me sentí mal en ese momento, ese rato lo gocé, fue después cuando al publicar en Instagram que me gustaba el mensaje me llegó el tsunami de respuestas, bañadas del "buenfeminismo" y de culpa infinita. Un buen feminismo que pone en duda lo que sientes, lo que sufres, lo que bailas y hasta por lo que ríes y lloras. ¿Era de esto lo que iba el feminismo o iba de abrazar, de ser compasivas, de entendernos y no juzgarnos?
No me considero experta ni en música ni en Eurovisión. No conozco al grupo ni a la cantante, no sé de su carrera ni de sus intenciones al crear esta canción. No he leído ni una entrevista y llegué a la final derrapando, como a casi todo, y deseando que ganara María Peláe por arte puro y por malagueña. Yo el domingo creía que el único “posible problema” con la canción “Zorra” era que se parecía demasiado al ritmo de Bandini, pero resulta que no, que el problema estaba en tomar la canción, su crítica, su reivindicación y su mensaje como empoderamiento. ¿El problema está en apropiarnos de una palabra que siempre nos ha perseguido a las mujeres y darle la vuelta? ¿No se trataba de deconstruir socialmente, de cambiar imaginarios y tener la oportunidad de cambiar las reglas asumidas del patriarcado? Y a mí aquí es cuando me peta la cabeza, os lo confieso.
Porque todas hemos sido unas ZORRAS. Si salíamos el viernes y el sábado. Si tomábamos la iniciativa en la discoteca. Si teníamos una vida sexual activa. Si teníamos éxito profesional y hasta si nos gustaba llevar minifalda. Zorra, zorra, zorra… Estaba tan normalizado que recuerdo que teníamos un amigo que nos llamaba "cariñosamente" zorras cuando nos veía el sábado por la noche en el bar de siempre. Estaba tan integrado en nuestro ADN de "malas mujeres" que las mismas que aceptábamos el insulto con una sonrisa nos hicimos un grupo de WhatsApp que llamamos "orris", de "zorris", de "zorras", pero con cariño claro.
Así que, por favor, a mí no me vengáis ahora con este cuestionamiento, que bastante tenemos. Yo con esta canción veo una crítica social, veo un PASO DE TI, igual que con Puta de Zahara o con Perra de Rigoberta. Una declaración de intenciones. O como dice la periodista Ana Requena "estas canciones buscan contribuir a la resignificación de un término, no lo incita, lo reta". Va más de decir: antes de que tú me lo digas, ya me lo digo yo. Como cuando hace 10 años me declaré Malamadre una noche harta de las miradas y los juicios sobre mi maternidad. ¿Soy una Malamadre? Pues sí y no. A los ojos de la sociedad sí, pero yo sé que no. Y para mí, eso sí es empoderamiento y eso me hace fuerte, hoy y mañana.
A las madres que tienen miedo, y es normal, de cómo explicarle a sus hijos e hijas el significado de la canción, pensemos que ellos y ellas saben más de lo que creemos. Mi hija me lo dejó claro el domingo cuando se lo pregunté: "Mamá, zorra es algo que se ha permitido durante muchos años, igual que puta y es una manera de decir que está mal". ¿Debemos tener miedo de que una niña de 12 años pronuncie esas palabras? Creo que no. Os prometo que cuando le pregunté, con el miedo de "Malafeminista", respiré aliviada.
Que el mensaje de Zorra nos incomode tanto cuando convivimos con letras de reguetón denunciables y vemos a las niñas bailarlas en Tik Tok, cuando hemos crecido gritando Carolina de M Clan y Devuélveme a mi chica de Hombres G. Quizás a Tangana, el que gusta a todo el mundo, no le sorprenda, porque él dejó claro en su superhit que "ni una pistola para poder gobernarte".
Y ojalá tanta polémica, tanto revuelo, tanta indignación cuando los permisos de cuidado se deniegan, las mujeres embarazadas siguen siendo despedidas o se acosa a mujeres en el trabajo, por pedir algo que de verdad nos empoderaría.