Con esta sensación me despierto el día después del 8M, con la necesidad de que volvamos a sentir la fuerza de TODAS las mujeres unidas en una marea feminista, que abraza, que cuida y que no deja fuera a las que no queremos elegir, a las que queremos luchar por la igualdad JUNTAS, pese a nuestras diferencias, debates e ideologías.
"Nos están dividiendo y lo estamos permitiendo", decía ayer a mis compañeras de #8M en la calle. Y un mismo sentimiento: "no me puedo unir a ninguna marcha" en boca de muchas muchas mujeres y por primera vez entendía aquello de "tu feminismo sí me representa", que me han dicho tantas veces. Como si de una profecía se tratase, ayer viajé en el tiempo. La primera vez que, después de una charla, me dijeron esto, hará ya más de cinco años. No le di importancia. Pensé que, a nosotras, las madres, por desgracia, el feminismo nos ha llegado tarde porque somos la generación de mujeres jóvenes engañadas por mensajes como:
- La igualdad ya existe, ¿qué más queréis?
- Si quieres, puedes.
- Llegarás donde quieras llegar.
- Si eres madre, tendrás que renunciar.
Y tantos mensajes que han construido una imagen social de lo que tenemos que ser, hacer y sentir. Y hemos ido acatando órdenes y prejuicios, uno tras otro, sintiendo que no éramos suficientes y que, por supuesto, era nuestra culpa. Hasta que llegó la maternidad y con ella se destapó el cuento chino de la conciliación y LA GRAN MENTIRA jamás contada: serás madre y podrás realizarte profesionalmente. Se les olvidó decirnos que pagaríamos un precio muy alto porque el sistema no había trabajado en las estructuras necesarias para este cambio social y, lo que es peor, no pensaba hacerlo. Pero nos empoderamos, nos sentimos feministas, activistas y merecedoras de nuestros derechos y oportunidades, al igual que los hombres. Pensamos: "si salimos a la calle a trabajar, seremos libres", sin darnos cuenta de que ellos no iban a entrar de igual manera en el hogar. Y con el problemón que tenemos de la corresponsabilidad, aún sin resolver, los partidos empezaron a etiquetar el feminismo. Nos dividen, nos enfrentan y nos empujan a elegir por qué camino llegar al mismo lugar. Una igualdad como destino, que ahora no entiende de debate, sino de enfrentamiento.
Y mientras, nosotras, las Malasmadres, que sobrevivimos cada día a una desigualdad alarmante en los cuidados, a la falta de corresponsabilidad de las empresas y al ausente compromiso de la política con lo que a nadie parece importar: la conciliación, nos sentimos en tierra de nadie, paradas delante de dos marchas que gritan contrarias y que nos incomodan a muchas porque nos sentimos solas. De nuevo, solas.
No nos olvidemos que mientras nos enfrentan quien gana es el machismo. Ganan los que nunca saldrán por nosotras. Así que yo hoy decido reivindicar el feminismo, el único posible, que une, que abraza y que cuida a las mujeres, pese a nuestras diferencias. El feminismo de las mujeres de la calle, que no entienden por qué ayer había dos marchas. El feminismo que se explica en casa, cuando le dices a tu hijo y a tu hija que son iguales. El feminismo que luchas cada día para que no te discriminen por ser madre en el trabajo. El feminismo que nos hace romper barreras, superar obstáculos, acabar con el techo de cristal y salir de los suelos pegajosos. El feminismo que llevamos por bandera todas las mujeres cuando exigimos derechos dentro y fuera del hogar, en las empresas, en los cuidados, en las instituciones, en la vida real.
Así que ayer salí a la calle a gritar "yo no renuncio". A seguir creyendo que es posible estar JUNTAS porque JUNTAS somos más fuertes y a gritar por ti. Por ti que estabas agotada, llegaste a casa, dejaste las bolsas de la compra, bañaste a la niña, cenaste algo rápido y de pie, recogiste la ropa tendida y cuando te sentaste, por fin, te acordaste de que era 8M.
Por ti que, ayer a la hora en la que se llenaban las calles de pancartas, estabas trabajando. Por ti que no puedes permitirte salir a la calle a gritar que no puedes más, que esto no es conciliar, que sobrevives a diario como puedes.
Por ti que no tienes tiempo. Por ti que tienes que cuidar a tu madre, a tu hermana, a tu abuela. Por ti que estás lejos de la gran ciudad. Por ti que cada día luchas por mejorar esta sociedad. Por ti que sientes que este #8M no te representa. Por ti que te sientes lejos del feminismo porque sientes que "todo se está politizando". Por ti que nunca saliste a las calles a reivindicar porque cuando eras joven creíste que la igualdad ya existía, nos hicieron creer que así era, y cuando has despertado y te has dado cuenta de que la igualdad es un espejismo, estás cansada, agotada y no tienes fuerzas.
Por ti que, pese a todo, pisaste la calle, reivindicaste y gritaste por las que no están. Por ti que sentiste la fuerza de tantas mujeres juntas. Por ti que te uniste a nuestra manifestación parada, sin marcha, demostrando que no vamos a permitir que nos dividan, que nos enfrenten, que salgan ganando porque todas somos feministas.
Por ti porque el sistema nos teme juntas porque entonces tienen que mover ficha.
Por ti, que me representas, aunque pensemos distinto. Por la igualdad que aún está lejos.
Por ti. Ayer 8M, hoy y mañana.
Por ti, mujer, compañera, amiga, hermana.
Por ti, cada día.