"¿Se te está pasando el arroz?", reza la polémica campaña de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid, que aparecía hace unos días en las marquesinas de la capital. De un primer vistazo, pensé que era una llamada de atención. Un recurso publicitario bien traído para denunciar públicamente lo difícil que es ser madre en esta sociedad adultocentrista, sin natalidad esperada y centrada en el producir como sistema que nos expulsa sin compasión. Pero no, otra oportunidad perdida en poner el foco en por qué las mujeres no tienen más hijos e hijas.

El alma a los pies cuando leo que la organización con esta campaña pretende "subvertir la confusión en la decisión de formar una familia y tener hijos y convencer de que hay decisiones que, si se delatan en el tiempo, se pierden". Como formar una familia y que ésta sea numerosa, concluyen los carteles.

Definamos confusión. ¿Se refieren con "confusión" a ese momento en el que tienes que decidir entre ser madre y renunciar a tu carrera, a tu vida personal y familiar porque la conciliación sabes que no existe? ¿Se refieren con "confusión" al rechazo a ser madre porque la situación de desprotección social e inestabilidad económica no permite a las mujeres jóvenes siquiera desear ser madre? ¿Se refieren con "confusión" a ver pasar los años deseando tener otro hijo o hija, pero tener claro que si no puedes organizarte con uno o una no vas a dar el paso nunca? ¡Ay! Confusión, dicen. Yo hablaría mejor de soledad y abandono, de falta de apoyo y corresponsabilidad social, pero quizás esto nos convierte a todas y todos en cómplices de un sistema fallido y nos empuja a la acción, mucho mejor rebuscar en el deseo propio y culpabilizarnos.

El papel de las organizaciones que luchamos porque las mujeres puedan ser madres en un entorno seguro es estudiar la situación, repensar los caminos para hacerlo posible, plantear propuestas realistas para todas las mujeres y sobre todo exigir cambios y leyes que defiendan nuestros derechos.

Porque, como dice mi compañera Iria Marañón, "lo único seguro que hay ahora es el imposible acceso a una vivienda, los sueldos infrahumanos y la ausencia de redes de cuidado".

Cuando la "confusión" se convierte en "culpa" no ayuda en nada a que esta situación cambie. La culpa tiene que esfumarse de nuestras entrañas de Malasmadres y convertirse en "responsabilidad" de los que sí tienen la llave de cambiar esta situación y mejorar la natalidad en este país, que entiendo, es el fin último de la organización que firma esta campaña.

Porque el fin no siempre justifica los medios y hacer campañas con compromiso social debe ser uno de los principios fundamentales de cualquier organización.

Firmado: una Malamadre a la que no se le pasó el arroz y por culpa de esto tuvo que renunciar a su carrera profesional (y también a ella misma), pagando el alto precio de ser madre en este país.