Nunca me he considerado muy Grinch de la Navidad, la verdad, pero este año se ha apoderado de mí, como respuesta a la exageración navideña, el consumo desmedido, los calendarios de adviento artesanales y el elfo ese, que campa a sus anchas en las casas de las influencers, que a mí, personalmente, me da hasta miedo.
No es fácil sacar el espíritu de la Navidad, de donde quiera que esté oculto, cuando los árboles decorados y las luces de todos los colores empalman con las guadañas y los fantasmas de Halloween. El capitalismo está copando el calendario sin dejar respiro entre fiesta y fiesta. ¿Qué hay un huequito por aquí? Pues importo una fiesta americana más y así cada día tiene su momento consumista a celebrar.
Pensaba hace unos días que la culpa de todo lo tienen las redes sociales, las marcas acechando detrás de contenido pagado, pero maquillado como orgánico, con sorteos y promociones a lo loco. Pero no solo es eso, que, por supuesto engancha e inconscientemente te ves con un carrito lleno de cosas que no necesitas, pero ¡te han enamorado! También está a nuestro alrededor, dos meses yendo a clase de boxing y pasando por un árbol de Navidad gigante mientras en la calle íbamos en bermudas o dos meses yendo a comprar al super esquivando las tabletas de Suchard que me miran con ojos de "cómeme, cómeme" acaban pasando factura y como respuesta un Grinch desmedido, con procrastinación total a abrazar la Navidad.
Me siento orgullosa, he resistido como una campeona a las embestidas navideñas fuera de fecha. Porque si no, ¿sabéis qué pasa? Que llega la nochebuena y estás ya empachada, el turrón no te sabe igual, los langostinos te parecen vulgares y tienes el trastero lleno de regalos sin saber muy bien por qué tanto y para quién es cada cosa.
Así que yo os invito a vivir la Navidad en su momento y además a vivirla sin tanto estrés, para no solo sobrevivirla sino hasta disfrutarla. Si nos tocara mañana el gordo ya sería otro cantar.
Os invito, como dice el spot de Ikea, a "hacer menos cosas" y ya de paso a "no complicarnos tanto la vida" ¿Cómo? Te cuento algunos truquillos confesables para liberar estrés navideño:
- He descubierto sitios de comida para llevar que dan el pego. Y si no, hacéis como yo, invito en nochebuena a mi casa, pero cada invitado/a trae algo y ¡cena lista!
- Si viene más gente a la cena de nochebuena, taburetes en la esquina y listo. Os prometo que, en casa de mi madre, aunque haya sillas se estila el modo taburete, yo aun no entiendo por qué, pero sé que voy a heredar este toc con orgullo.
- Coloca cartelitos en la mesa con nombres. Esto lo hacemos de siempre y funciona, evitas conflictos y conversaciones que no van a llevar a nada bueno.
- En casa el look permitido es brilli-brilli y zapatillas de la casa. No nos andamos con tonterías.
- Papá Noel trae un detalle y punto. Mi hija, el otro día en unos grandes almacenes: "Mamá en este catálogo, ¿por qué hay carta de Papá Noel si él trae solo un detallito?". "Yo qué sé, hija, hay gente pá tó", le dije.
- Si no te da tiempo a ver el belén del Ayuntamiento, las luces del centro, el cuentacuentos navideño o visitar a tu tía la del pueblo, que solo ves en Navidad, relax, respira, no pasa nada, mañana la Navidad vuelve por las mismas fechas.
- Para la cena de Navidad de la empresa o de amigas no necesitas un modelito nuevo. Abre el altillo y saca las lentejuelas que has ido acumulando, se lleva lo mismo, lo mismito. Además, lo vintage siempre está de moda.
- Si llevas semanas amenzando con que "los Reyes no van a venir" o "te están viendo por un agujerito", no te fustigues, eres la peor madre del mundo para la disciplina positiva, pero en Malasmadres te abrazamos. Eso sí, apunta donde escondiste los regalos (y tu autorregalo) y evita el drama.
- Al cuñadismo, dientes, dientes, que nada es tan grave. ¡Ah! Y de política mejor no hablar esta Navidad, que está la cosa que arde. Si la cosa se pone tensa, tiras de recurso: "¿Cómo canta mi niña el burrito sabanero?". Eso lo calma todo, prometido.
- Eso sí, en cava, vino o anís no escatimes, porque si no... no hay manera de sobrevivir a tanto estrés navideño.
Feliz Navidad queridas (y queridos también).