Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu en el Congreso, estuvo hace unos días en Euskadi Irratia y lanzó el siguiente mensaje: "Nosotros hemos hecho un largo camino, amplio y profundo. Creo que hemos pasado por un camino en tres dimensiones y debemos mirar hacia delante, y creo que el resto también deberían tener eso en cuenta. Todos debemos dar pasos en materia de convivencia".
Nada nuevo bajo el sol abertzale. La misma Aizpurua dijo desde la tribuna de la cámara baja el pasado año: "Sentimos su dolor y desde ese sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca debió haberse producido, que a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera, ni que se hubiera prolongado tanto en el tiempo. Desgraciadamente, el pasado no tiene remedio. Sabemos que nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado, pero estamos convencidos de que es posible al menos aliviarlo desde el respeto, la consideración y la memoria de todas las víctimas. Queremos decirles de corazón que sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo en la medida de nuestras posibilidades".
Hay que reconocer antes que Herri Batasuna y sus marcas posteriores son unos maestros en retorcer el lenguaje. Mientras ETA mataba, lo que había en Euskadi era "un conflicto" y así se hablaba continuamente de "superar el conflicto". Y no había ningún conflicto; lo que había era un grupo de matarifes con soporte político y popular que asesinaban, secuestraban, extorsionaban y amenazaban. Y al otro lado, todas sus potenciales víctimas, que al único bando al que pertenecían era al que no se plegaba a los matones etarras.
Una vez que el Estado de Derecho acabó con ETA, los herederos de Herri Batasuna siguen siendo unos extraordinarios manipuladores del lenguaje. Fíjense en las recientes palabras de Aizpurua. Dice que ellos han hecho un largo camino, que –esto lo digo yo– ha consistido en descolgarse hace bien poco con eso que llaman "sentir el sufrimiento de las víctimas". ¿Ese es el largo camino? ¿O el camino es tener la desvergüenza de afirmar que "ese dolor nunca debió haberse producido"?, como si los asesinados, los exiliados o los secuestrados hubiesen sido víctimas de una riada que arrasó con sus casas porque estaban construidas en el cauce de un río. Todo ese dolor se produjo porque ETA decidió causarlo y se prolongó tanto en el tiempo porque Herri Batasuna y sus sucesores, aún a sabiendas de que jamás iban a conseguir una Euskadi independiente, no exigieron a sus pistoleros que dejasen de matar.
Aizpurua es hasta un punto perversa cuando dice que "todos debemos dar pasos en materia de convivencia". ¿Qué pasos deben dar los huérfanos, las viudas, los que tuvieron que salir de su tierra? El Estado de Derecho ha sido –como no puede ser de otra manera– implacable con ETA: aún quedan 169 presos cumpliendo condenas por sus crímenes. Pero ese mismo Estado ha sido generoso: solo siete de ellos están en cárceles fuera de Euskadi y Navarra. Las víctimas han contemplado los vergonzosos homenajes a etarras que regresan a sus pueblos o han visto cómo el Ayuntamiento de Galdácano iguala a asesinos en serie como Txapote o Karaka con las víctimas del terrorismo en su repugnante memorial.
No todos deben dar pasos, como dice Aizpurua. EH Bildu debe dar pasos y el primero debería ser ayudar a resolver los 379 asesinatos de ETA que siguen impunes. Quizás así ayudasen a mitigar el dolor causado, como cacarean últimamente desde EH Bildu con el aplauso de todos aquellos que prefieren amnesia histórica que memoria histórica en todo lo que tiene que ver con ETA.