Al principio, hace ya más de 15 años, las usaba sólo para leer. Poco después, las gafas se volvieron indispensables para mí, como un inequívoco recordatorio de los años que iba cumpliendo. Ahora, los huesos duelen por las mañanas y cuando llegan las lesiones tardan más en curarse. Una noche con menos horas de sueño de las habituales tiene una penitencia de una semana a rastras, hace ya años que enterré a mi padre y a la redacción llegan compañeros de la edad de mis hijos. Son las señales de que estoy a unos meses de cumplir 55 años, pero ninguna de ellas es tan clara como las que percibo cuando echo un vistazo a los medios de comunicación y a las redes sociales, organismos que se retroalimentan desde hace tiempo, como si la existencia de uno dependiese del otro. Y les puedo jurar sobre la tumba del mismísimo William Randolph Hearst que hubo un tiempo en que los periodistas desempeñábamos nuestro trabajo con cierto éxito sin likes, retuits ni declaraciones de políticos vía Twitter.
La reflexión llega al hilo del individuo detenido en Irún acusado de haber matado a un profesor de música en Bilbao suministrándole GHB. La Ertzaintza investiga la posible implicación del detenido en otros casos similares, pero de momento se le acusa de un homicidio y dos tentativas. Esto y sólo esto es lo que hay, lean ustedes lo que lean: asesino en serie, autor de ocho crímenes, homicida que ha dejado su rastro en Alicante y Madrid... Nada de nada: fake news, bulos, bakalás o como ustedes prefieran llamarlo.
Lo cierto es que el detenido frecuentaba las webs de contactos como Grindr y Wapo y esos eran sus caladeros para buscar víctimas. El signo de los tiempos. Jeffrey Dahmer secuestraba y asesinaba a chicos a los que conocía en lugares de encuentros de homosexuales. Si el carnicero de Milwaukee estuviese hoy en activo también emplearía estas aplicaciones de contactos. Tan obvio como el tuit lanzado por la incontinente ministra de Igualdad, Irene Montero, tras la detención del homicida de Bilbao: "Los espacios digitales deben ser seguros para las personas LGTBI. Seguimos de cerca desde el principio la investigación de los hombres asesinados en Bilbao, cuyo presunto asesino entra en prisión provisional. Todo nuestro apoyo a sus seres queridos.”
No sé cuántos caracteres ha gastado la ministra para decir una obviedad de este calibre, como si alguien no quisiese espacios seguros virtuales y no virtuales, para el colectivo LGTBI y para el heterosexual, pero también es el signo de los tiempos: hablar por no callar y alimentar desde las redes sociales a los medios, que devoran este material de segunda y prefieren seguir llenando páginas virtuales y de papel con declaraciones tan absurdas como esta en lugar de lanzar a la calle a sus periodistas a buscar noticias.
Voy a calarme las gafas y a refugiarme en un libro antes de reconocerles a todos ustedes que esto que me pasa es cosa de la edad.