Andaba Ana últimamente con problemas de salud y algo baja de ánimo. Se acercaba el momento de rendir cuentas con la Justicia, una espada de Damocles que sabía bien que acabaría cayendo y previsiblemente devolviéndola a prisión. Durante el tiempo que estuvo en libertad trató de rentabilizar su pasado y hubo hasta quien le ofreció hacer un biopic sobre su vida y sus delitos en forma de serie de televisión para alimentar a las voraces plataformas, como las que se han hecho con Juan Manuel Candela –Sapo S.A. Memorias de un ladrón (Amazon)– o Juan Carlos Peña Enano –El Inmortal (próximamente en Movistar)–. Ella, que rompió en pedazos techos de cristal en el mundo del crimen, no iba a ser menos que Candela, el políglota socio de Cásper, o que Peña, el enemigo íntimo del gran aliado de Ana en los años de gloria, Álvaro López Tardón, El Fenicio.
Han pasado más de diez años desde que Ana ocupó portadas y espacios de televisión, que la convirtieron en 'la reina de la coca'. Ana María Cameno lo tenía todo para que el personaje superase a la persona: mujer en un mundo donde siempre han mandado los hombres, procedente de una buena familia burgalesa, amante del lujo, aficionada a la santería y capaz de tratar de tú a tú a cualquiera de los que manejaban los hilos en el mundo del narcotráfico. Ana trabajaba a destajo y era capaz de dar salida a cientos de kilos de coca en unas pocas horas y todo ello con las máximas medidas de seguridad posibles: un teléfono para cada interlocutor –hasta cuarenta solía llevar encima–, varios pisos-caleta… Tan segura estaba de lo que hacía y tal era su poderío que pensó en instalar un laboratorio –a imagen y semejanza de los de la selva colombiana– y eso provocó su primera caída, en 2011, cuando toda España la conoció.
Su detención en la operación Colapso fue el primer paso del mayor golpe asestado jamás al crimen organizado español. La Brigada de Policía Judicial de Madrid, la Brigada Central de Estupefacientes, la UDEV Central y la UDEF Central se cobraron en las operaciones Edén y Azaleas piezas de la talla de Álvaro López Tardón, que lleva una década cumpliendo condena en una prisión de Florida.
Pero como tantas otras veces ocurre, el proceso se desgajó en distintas partes y en su mayoría aún no han sido juzgadas. La justicia llegará muy tarde, pero acabará llegando, tal y como ha comprobado ahora Ana Cameno, condenada hace unas semanas por la Audiencia Nacional a 16 años de cárcel. El tribunal no juzgaba su primera detención –2011–, sino la siguiente, cuando fue detenida en La Línea de la Concepción (Cádiz). Ana llevaba poco tiempo en libertad y volvió a las andadas rápidamente para saldar deudas que no se pueden aplazar. Pero esta vez sus consortes no estuvieron a su nivel y fue presa fácil de la Policía. Uno de los responsables de sus dos arrestos recordaba hace unos días cómo Ana agradeció a los agentes que le devolviesen todos sus efectos para hacer ritos de santería cuando aún estaba en prisión preventiva: "Siempre fue una persona muy trabajadora y muy educada. Una profesional".