"La Justicia no espera ningún premio. Se la acepta por ella misma". La frase la escribió Marco Tulio Cicerón, uno de los más brillantes oradores de la antigua Roma, en el siglo I antes de Cristo. Más de dos mil años después, en la antigua Hispania hay quienes han decidido no aceptar la Justicia. O mejor, no aceptar las decisiones de la Justicia que no les gustan. Como si de niños consentidos se tratara, en la última semana varios políticos de Unidas Podemos han hecho gala de su peculiar visión de distintas decisiones judiciales. Han lanzado ideas y propuestas pueriles, envueltas, eso sí, en palabrería grandilocuente, para justificar, como hace el chiquillo caprichoso con la verdura, que no les gustan unos cuantos dictámenes judiciales.
A saber: Jaume Asens, el presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos, dijo tras conocer el informe del Tribunal Supremo que se oponía al indulto de los políticos independentistas catalanes, que "el tiempo de los jueces se ha terminado". De ser así, estaríamos verdaderamente fastidiados. Sin entrar en la idoneidad o no del indulto para quienes de forma reiterada vulneraron la ley y se pasaron por los calçots distintas decisiones judiciales, es muy peligroso afirmar que se ha terminado el tiempo de los jueces. Son ellos, entre otros, quienes han asegurado durante los últimos cuarenta años una etapa de paz y prosperidad jamás conocida en nuestro país. Son los jueces quienes condenaron a pistoleros fascistas, a militares golpistas, a terroristas etarras, a quienes tomaron el atajo de la guerra sucia, a políticos corruptos y malversadores de uno y otro color… Cuestionar el sistema judicial con esas palabras gruesas es una temeridad.
Capítulo dos: El diputado Alberto Rodríguez se sentará en el banquillo por presuntamente agredir hace años a un policía durante una manifestación. La ministra y probable futura líder de Podemos, Ione Belarra, responde a la noticia anunciando cambios en el código ético de su formación. Ellos, los que con más energía se opusieron al aforamiento y a los privilegios de los políticos para acercarse a "la gente", dicen ahora que los cargos de su partido no tienen que dimitir por mucho que sean procesados o condenados "cuando exista un contexto de acoso judicial con intenciones políticas". ¿Quién decide cuándo hay acoso judicial? Ellos mismos con sus mecanismos. Faltaría más.
Capítulo final de la Justicia según Unidas Podemos: Juana Rivas, condenada a dos años y medio de cárcel por no entregar sus hijos a su padre desobedeciendo una y otra vez las decisiones judiciales, debe entrar en prisión para cumplir su pena. La reacción de la ministra Irene Montero es instantánea a través de su habitual canal de comunicación, Twitter: "Necesitamos justicia feminista para Juana Rivas y estamos a tiempo. Trabajaremos para que así sea. Las mujeres que defienden sus derechos y los de sus hijos e hijas frente a la violencia machista necesitan saber que estamos con ellas".
La vida me ha ensañado que la Justicia deber ser Justicia, libre de adjetivos. Y todos aquellos que desean una Justicia con adjetivos están enmascarando lo que verdaderamente quieren: una Justicia a la medida. Y ese es el fin de la Justicia.