Rajoy se ha permitido, incluso, hacer bromas. No ha podido contener a aquel presidente del Gobierno socarrón y, a veces, faltón que sobresalía en algunos debates parlamentarios.
Al portavoz del PSOE le ha llamado "impertinente". También en alguna ocasión ha optado por un tono un tanto chulesco, presumiendo de que nunca ha tenido un abogado porque nunca lo ha necesitado. Y también ha dejado alguna 'Marianada' a las que nos tenía acostumbrados, repartiendo consejos vitales a un Gabriel Rufián que le ha sacado bastante de quicio. "No se dé por aludido, que se vive más feliz", le ha dicho. Y esa frase podría resumir perfectamente su paso por la comisión de investigación del uso de fondos reservados para espiar a Luis Bárcenas. Porque Rajoy no se da por aludido, ni lo más mínimo.
Ha pedido declarar sin mascarilla, así que no ha podido ocultar esos gestos suyos tan característicos cuando escucha algo que le desconcierta o le enfada. Un lápiz afilado en la mano le ha acompañado durante toda la comparecencia. También, varios diputados del Partido Popular capitaneados por la portavoz Cuca Gamarra. Y, por supuesto, no ha faltado a su vera Ana Pastor, expresidenta del Congreso y su amiga por encima de todo.
Lo que más ha hecho Mariano Rajoy es negar la mayor. Ha negado que conociera la 'Operación Kitchen', asegurando que él no ha conocido "la existencia de esa operación a la que usted hace referencia". Él mantiene que no ha dado instrucciones y que nunca ha sabido lo que buscaban. "Me da igual lo que digan de mí Bárcenas o Villarejo", ha sentenciado. Incluso ha llegado a negar la existencia de la 'Operación Kitchen' con la excusa de que no hay ningún guía sentencia firme al respecto.
También ha negado que conociera al excomisario Villarejo. Lo llevaba escrito, por si se le olvidaba algún matiz, y lo ha leído a pies juntillas cada vez que ha sacado el papel. Siempre para decir lo mismo: "No conozco a Villarejo, no he hablado ni directa ni indirectamente con él. Nunca me he mandado un mensaje con Villarejo ni he recibido un mensaje de Villarejo. No me consta haber coincidido con él". Y ha añadido que no recuerda cuándo supo de la existencia del excomisario.
El problema es que Villarejo dice todo lo contrario. Porque él sí recuerda un encuentro con Rajoy, pero el expresidente del Gobierno alega que el excomisario siempre miente como estrategia de defensa y que no es una persona fiable. Rajoy no sabe nada. Tampoco sobre el hecho de que siendo él presidente del Gobierno se espiara a Luis Bárcenas con dinero público para robarle pruebas incriminatorias contra el PP. Asegura que él no dio ninguna orden sobre la 'Operación Kitchen' y desconoce quién la ideó.
Ha protegido a quien fuera su Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, imputado en la causa. Rajoy cree en su inocencia y le exonera de montar el espionaje a Bárcenas. Y lo hace después de que el propio Jorge Fernández Díaz declarara que es ilógico pensar que la 'Operación Kitchen' se circunscribiera al Ministerio del que él era jefe, apuntando a la responsabilidad de otras personas con otros cargos. Rajoy tiene también una magnífica opinión de quien fuera Secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, igualmente imputado.
Los portavoces parlamentarios han dudado de la versión dada por el expresidente, recordándole en varias ocasiones que estaba obligado a decir la verdad. Ninguno se ha creído que él no supiera nada. Por negar, también ha negado que el PP haya sido condenado por financiación ilegal, y eso que hay ya tres sentencias condenatorias al respecto.
El expresidente del Gobierno se ha marchado igual que ha venido: se ha alterado lo justo, ha negado cualquier acusación y ha recomendado hasta en tres ocasiones que leyeran su nuevo libro. Ya lo había dejado claro durante el interrogatorio de Rufián, diciendo en alto un pensamiento: "Esto es lo que hay y no nos vamos a disgustar".