Alejandro Jodorowsky es un artista disciplinar que igual hace teatro, que echa las cartas, que dirige películas o crea mundos fantásticos; universos infinitos que se explican en viñetas a todo color. De esto último vamos a hablar aquí, pues durante los años 80 colaboró con Moebius (Jean Giraud) para dar forma a una ópera espacial, mística, metafísica e intergaláctica; un tebeo que ha sido -y será- disfrutado por generaciones.

Se titula El Incal y bien podría decirse que es una historia alternativa al universo Dune creado por Frank Herbert, el autor que inventó Arrakis, un planéta desértico que quedará en el imaginario colectivo para los restos y por el que Jodorowsky sufrió un desengaño cuando le negaron los medios para trasladarlo a la pantalla grande.

El storyboard o guión gráfico de Dune fue realizado por Moebius, cuya versión original la atesora Jodorowsky en su casa parisina junto a los recuerdos de una vida que ya supera los noventa años. El rechazo a su proyecto cinematográfico, una vez contratada la adaptación de la novela, supuso un golpe al hígado para Jodorowsky, un golpe que sanó con ayuda de su amigo Giraud convertido en Moebius. Ambos se pusieron a la labor de realizar una obra maestra de la historieta donde se cuentan las peripecias de John Difool, un desastroso detective, junto a su amigo que no es otro que un pájaro de nombre Deepo.

Moebius se sirve de la línea clara para trazar, viñeta tras viñeta, una historia barroca, metafísica y florida. Cuarenta años después de su publicación, El Incal no ha sido superado. Hoy lo traemos hasta aquí, no sólo para reconocer la edición integral que ha preparado Reservoir Books, sino porque la actualidad política del Reino Unido nos remite hasta esta fantástica historia. Bien mirado, la dimisión de Liz Truss como primera ministra del Reino Unido, y su actual relevo por Rishi Sunak, nos lleva a alcanzar el principio de El Incal, sus primeras viñetas, donde John Difool y su amigo, el pájaro, aparecen en una cinta corredera que los va a transportar hasta una máquina que tiene como función separar los órganos del cuerpo uno a uno. Se trata del bioseparador, un ingenio con forma esférica donde los cuerpos son reciclados en otros más productivos.

Tras poco más de un mes en el cargo, Liz Truss ha dimitido forzada por el Capital que mueve los hilos de la política económica y cuyo frente abierto en la frontera rusa esta sangrando nuestros bolsillos. Dicho Capital sólo permite dos opciones a los dirigentes políticos: o adaptarse al guión o acabar en el convoy de cadáveres que serán transportados hasta el bioseparador. No hay más. Esas son las dos posibilidades que permite un Capital majadero y paradójico en esencia, pues se hace difícil poner una guerra en marcha contra un imperio, como lo es el imperio ruso, y pensar en sacar beneficios a corto plazo con una acción tan suicida.

Pero la maquinaria ya se puso en marcha y con ella también una cinta transportadora cargada de cadáveres cuyos órganos van a servir para ser reutilizados en algún lugar del tiempo, tal vez después de la catástrofe nuclear que subyace en esta historia tan siniestra. Ante esto, como siempre, lo mejor que podemos hacer es abandonarnos al viaje de una buena lectura. Y con este tomo integral de El Incal, la evasión está garantizada.