Garantizar la seguridad de los aditivos alimentarios es una preocupación primordial tanto para la industria alimentaria como para las autoridades sanitarias. Con la creciente preocupación por los efectos de las sustancias químicas en la salud humana, es esencial comprender la finalidad de los aditivos alimentarios. Desde conservantes a potenciadores del sabor, los aditivos alimentarios se añaden a los alimentos para hacerlos más atractivos, pero deben utilizarse dentro de unos límites seguros. La industria alimentaria cuenta con normas estrictas para garantizar que estos aditivos sean seguros y eficaces para el consumo humano.
Además, los límites permitidos por legislación son muy exhaustivos y, cuando la evidencia científica parece mostrar ciertos riesgos, entonces se modifican dichos límites hacia valores más severos y restrictivos. En este sentido, observamos que el control de los aditivos por parte de las autoridades pertinentes es muy elevado. La autorización, seguimiento y control de los aditivos se realiza por autoridades europeas, como la EFSA, y organizaciones nacionales como la AECOSAN se encargan de su seguimiento y cumplimiento. Además, si se detecta algún problema de seguridad con alguno, se reevalúa su dosis segura.
A pesar de las rigurosas normas establecidas por la industria alimentaria, algunos aditivos alimentarios se han relacionado con riesgos para la salud. Por ejemplo, algunos edulcorantes artificiales se han relacionado popularmente con un mayor riesgo de cáncer, y algunos colorantes alimentarios indicaron en el pasado un aumento en la hiperactividad en los niños. Al respecto, la evidencia científica que sostiene estos perjuicios es bastante limitada -importante señalar que los estudios de toxicidad en aditivos se llevan a cabo en animales-, por lo que no existe una certeza real de ellos. En segundo lugar, estos riesgos solo se han observado con niveles muy elevados de ingesta, por lo que las autoridades sanitarias han impuesto límites para asegurarse de que estos aditivos se utilizan de forma segura.
En definitiva, el uso de los aditivos alimentarios es seguro, lo que viene respaldado por revisiones que en Europa realiza la EFSA y que se actualizan cada cierto tiempo para contemplar toda la evidencia científica al respecto.
Beneficios del uso de aditivos alimentarios
La adición de aditivos alimentarios aporta numerosas ventajas. Por resumir, podríamos decir que además de mantener la calidad y seguridad de los productos alimenticios, ayudan a inhibir su deterioro, prolongando la vida útil de los alimentos. Facilitan el transporte de productos a través de grandes distancias, ayudando a reducir la cantidad de alimentos desperdiciados y ofreciendo más opciones a los consumidores. Además, los aditivos alimentarios también hacen que los alimentos sean más atractivos visualmente, además de proporcionar una mejor textura y sabor.
La utilización de aditivos alimentarios no solo ayuda a conservar y mejorar el sabor de los alimentos, sino que también disminuye significativamente los residuos alimentarios. Estos aditivos pueden prolongar la vida de muchos productos, reduciendo así la cantidad de comida que se desperdicia anualmente. Además, esto puede disminuir el impacto medioambiental de la industria alimentaria y conservar los recursos naturales. Por otra parte, el uso de aditivos puede reducir el coste de producción de los alimentos y hacerlos más accesibles a los consumidores.
Una de las principales formas en que los aditivos alimentarios reducen los residuos es evitando que se estropeen. Por ejemplo, conservantes como el benzoato sódico pueden inhibir el crecimiento de bacterias y mohos, responsables de que los alimentos se echen a perder rápidamente. Añadiendo este tipo de aditivos a los productos alimentarios, los fabricantes pueden prolongar su vida útil, disminuyendo así la cantidad de alimentos desperdiciados debido al deterioro. No obstante, es esencial recordar que la ingesta diaria de aditivos alimentarios debe ser controlada para garantizar que se utilizan en cantidades seguras que no supongan un riesgo para la salud humana. En la dosis reside la clave. La industria alimentaria las controla al milímetro y nosotros en casa debemos hacer lo mismo. Recuerda que el problema de los alimentos listos para consumir, también denominados procesados o ultraprocesados, no reside en los aditivos que contienen, sino en su pobre calidad nutricional: altas cantidades de azúcares, sal, grasas y harinas refinadas.
Podríamos afirmar que lo ideal sería consumir siempre alimentos frescos y seguir esta práctica es muy recomendable y deseable, pero también debemos afirmar que el avance de la tecnología alimentaria ha permitido el uso y desarrollo de múltiples aditivos que han permitido una mejor conservación de los alimentos. Sin ellos, se desperdiciarían muchos alimentos en muy poco tiempo, lo que haría que su precio fuera mayor. Por tanto, su uso ha permitido disponer de ciertos alimentos durante todo el año, en cualquier parte del mundo y a un precio mucho más accesible para toda la población que si solo dispusiéramos de ellos frescos.
Por estos motivos no debemos obviar muchas de las ventajas que supone utilizar aditivos alimentarios en la producción de alimentos, ya que son vitales además para garantizar la seguridad, la calidad y alargar la vida útil y disponibilidad de los alimentos.