En unas elecciones como las catalanas que se han celebrado este 12M, los pactos van a ser clave: ningún partido tiene las cuentas totalmente claras. Y aunque a los partidos políticos le gusta reivindicarse como elegibles cuando son la lista más votada, lo cierto es que, en el sistema parlamentario catalán, como suele ser lo normal, quien consigue la investidura es quien logra alcanzar la mayoría absoluta.

De hecho, haya sido el más votado o no, el futuro president de la Generalitat solo alcanzará la victoria si consigue 68 escaños en primera votación, es decir, la mayoría absoluta (hay 135 en total) para poder ser investido, según refleja el Reglamento del Parlament de Catalunya.

Si no logra en una primera votación dicha mayoría, se hará un segundo debate de investidura dos días después, al que le seguirá otra votación. En esa segunda votación solo se necesitarán más síes que noes, lo que se conoce como mayoría simple.

Si en esa segunda votación el candidato o candidata tampoco resulta elegido, se tramita una nueva propuesta y se vuelve a empezar.

Ese nuevo candidato o candidata tendrá que ser elegido como máximo dos meses desde la primera votación. Si no sale elegido nadie, la legislatura quedará disuelta automáticamente y el presidente o presidenta de la Generalitat en funciones convocará elecciones de nuevo que se celebrarán entre cuarenta y sesenta días después de la convocatoria.

Es un sistema muy parecido al del Congreso de los Diputados, donde también hay 48 horas de diferencia entre la primera y la segunda votación.