Existe un mantra en España que dice que la baja participación en las elecciones generales siempre beneficia a la derecha, más en concreto, al Partido Popular. En cambio, cuando la abstención es alta son los socialistas los que ganan terreno a su principal oposición. Pero, ¿se puede extrapolar este patrón a las elecciones autonómicas? Con los comicios catalanes a la vuelta de la esquina, laSexta ha echado la vista atrás para comprobar si se confirma esta creencia en Cataluña.

En las elecciones generales y a nivel nacional lo usual es que la participación no se sitúe por debajo del 65%. Sin embargo, si se observa el histórico de este indicador en las elecciones autonómicas que se han celebrado en Cataluña desde 1980 el porcentaje de ciudadanos que acude a los colegios electorales respecto al censo total ha sido menor, al menos hasta 2012. En los últimos comicios regionales la participación fue de tan solo el 51,3%, una cifra que contrasta con el casi 80% de participación que se alcanzó en diciembre de 2017, dos meses después de la 'no' declaración de independencia.

De esta manera, cabe destacar que la participación media del electorado catalán para elegir Govern autonómico en los trece comicios celebrados en democracia se ha colocado en un 62,55%. Si se observan los comicios en los que la participación ha resultado menor que la media, es reseñable que son partidos con un electorado muy afianzado los que recibieron un mayor porcentaje de votos. Entonces, se podría decir que Convergència i Unió (CiU) y el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) son los mayores beneficiarios de las altas abstenciones.

Asimismo, y teniendo en cuenta que la participación en cualquier tipo de proceso electoral depende de multitud de factores —como la época del año en la que celebre—, en Cataluña se podría descartar que la orientación ideológica de las formaciones influye en los niveles de participación de los catalanes. En esta línea, el histórico de participación en este tipo de elecciones también podría llevar a desestimar la idea de que la posición de los partidos respecto al independentismo catalán pueda influir en una mayor o menor afluencia a las urnas.

De hecho, tan solo hay que comparar las candidaturas que más votos recibieron en las dos convocatorias que más movilizaron a los catalanes para acudir a las urnas. Mientras que en los ya mencionados comicios de 2017 —con una participación del 79,1%— fue Ciutadans, con Inés Arrimadas de cabeza de lista, el partido más votado, en 2015 —74,9% de participación— fue Junts pel Sí. Está última candidatura aglutinó todo tipo de formaciones, que contaban con un objetivo común: la independencia de Cataluña.

En referencia a esta corriente ideológica, existe otra cuestión que llevaría a retomar la idea de que una baja participación en las elecciones autonómicas de Cataluña podría beneficiarles. Se trata de cómo la Ley d'Hondt traduce los votos que reciben las formaciones en el número de escaños a ocupar. Es en las provincias menos pobladas —Girona y Lleida— donde los candidatos precisan menos papeletas para sentarse en el Parlament, y es precisamente en estas dos divisiones territoriales donde el independentismo gana vasto terreno a otras formaciones.

En definitiva, habrá que esperar a conocer el sentido de voto del electorado catalán, así como la parte de este que acuda a su colegio electoral para depositar su papeleta. No obstante, hay dos cosas claras antes de conocer los resultados. Por un lado, que un 1,3% ya ha decidido que se abstendrá de participar, según la última encuesta del CIS que dirige Félix Tezanos. Y, por otro, sin encuestas de por medio, es evidente que el escenario postelectoral para formar Govern va a ser complicado.