Las investigaciones iniciadas hace siete años para encontrar al dueño de un boleto de la Primitiva premiado con 4,7 millones de euros han determinado que el agraciado era un hombre, ya fallecido, que pudo haber sido estafado por el gerente de la administración de lotería al que acudió a comprobar sus recibos.
El hombre estaba "desesperado al no poder acreditar su legitimidad" sobre el boleto agraciado, cuya propiedad han reclamado a lo largo de los siete años de investigaciones un gran número de personas, han explicado fuentes jurídicas.
La perseverancia de este hombre y los detalles aportados han resultado ser al final "perfectamente parejos", "y no una mera casualidad", según refleja el reciente informe policial sobre el caso en el cual se menciona la posible responsabilidad del dueño de una administración en todo lo acontecido.
Los hechos objeto de esta causa judicial se remontan al 30 de junio de 2012 cuando la Administración de Loterías número 44 situada en Carrefour, en la coruñesa avenida de Alfonso Molina, recibió el aviso de que se había sellado de manera automática un boleto de primitiva ganador y cuatro billetes más que, según se sabe ahora, pertenecían igualmente al mismo hombre.
El portador de esta Primitiva acudió a comprobar todas sus combinaciones a otro despacho, el de San Agustín, el día 2 de julio de ese año a las 11.25 horas, y no recibió la comunicación de los 4.722.337,75 euros que le correspondían, pero sí que obtuvo tres euros por la siguiente apuesta que, tras esta, cotejó.
Como desvela el informe, los agentes pudieron acceder a los registros de Loterías con los resguardos comprobados ese día en la Administración de San Agustín, confirmando que entre la combinación premiada y la siguiente, abonada con tres euros, solo habían pasado dos segundos, tal y como había descrito en su día el fallecido.
Así, el informe concluye que el gerente del establecimiento pudo practicar un "engaño" para "apropiarse del boleto premiado", aunque el lotero asegurase en aquel momento que se había encontrado el billete solo en su establecimiento encima del mostrador y que antes de tirarlo comprobó si había sido agraciado.
El lotero de San Agustín había solicitado cobrar el premio y, aunque se abrió en su día una investigación llegando a analizarse las huellas dactilares de aquel billete de lotería en litigio, no se había logrado jamás, hasta ahora, acreditar quién era el propietario.
El responsable del establecimiento en el que se localizó en su momento la millonaria apuesta, Manuel Eugenio Reija, ha asegurado que su conciencia está muy tranquila y que declarará ante el juez para esclarecer este asunto, ya que, ha defendido ante la prensa, "todo tiene una explicación".