Los anuncios de juguetes y turrones son señal de que la Navidad está muy cerca, pero el spot que verdaderamente da el pistoletazo de salida a estas fiestas es el de la Lotería de Navidad.

Desde hace más de dos décadas, Loterías y Apuestas del Estado lanza cada año una campaña publicitaria con un mensaje claro: "compra lotería". Sin embargo, además de impulsar la participación en el sorteo, estos anuncios han sido capaces de ilustrar historias de personas reales y que, casi siempre, nos llegan al corazón.

El spot de este año narra una historia ilusionante que "pone el foco en los valores humanos y en la capacidad de compartir", según ha explicado el presidente Loterías y Apuestas del Estado, Jesús Huerta.

"Cada Navidad es un reto innovar a la hora de desarrollar la creatividad e incorporar la mirada social a nuestro anuncio. Este año hemos querido hacerlo con un mayor optimismo que en años anteriores, un optimismo contagioso, sencillo, cercano pero a la vez con un toque de magia", ha dicho.

La creatividad ha sido desarrollada por la productora Contrapunto y "refleja los valores fundamentales de la sociedad" como "la solidaridad", "lo colectivo ante lo individual" y la importancia de la comunidad en nuestras vidas.

El anuncio ha sido grabado en la localidad navarra de Elizondo, en el valle del Baztán, una localización que, según los creadores Carlos Jorge y Gozalo Urriza, les aportaba un toque de magia y costumbrismo. El spot ha costado un total de 750.000 euros, 10.000 euros menos que el del año pasado.

Además, Jesús Huerta ha adelantado que este año el Teatro Real volverá a ser de nuevo la sede del sorteo, aunque no ha precisado si finalmente volverá el público ya que, esta circunstancia, estará marcada por las condiciones del momento. En cualquier caso ha señalado que les "gustaría" poder contar con asistentes.

Pedrea Navidad Combarro

En Combarro (Pontevedra)

El 57170, la pedrea de la Lotería de Navidad que nunca fue premio: "Lo cantó alto y claro"

En una peluquería de Combarro (Pontevedra), estaban encantados —bueno, encantadas— porque por fin les había tocado algo con un número con el que jugaban siempre la Lotería de Navidad. La alegría les duró muy poco.