El último ganador de la Primitiva tiene una historia especial detrás. Todo comienza en la cafetería Casa Puentes, en Vigo, donde uno de los clientes pide al propietario del establecimiento, Rubén García, que le eche la Primitiva, como hace cada semana.
Lo peculiar de esta situación es que el cliente se iba de vacaciones y dejó el boleto sin pagar, 12 euros que se acabaron convirtiendo en un premio de 1,3 millones. "Otro en mi lugar quizás se habría quedado el boleto", admite Rubén, que cuenta que no dudó en llamar al cliente y darle la buena noticia.
El hostelero cree que todo nace fruto de la "confianza" que ambos tienen. El cliente, que juega a medias con otro amigo, ya ha recibido el boleto y ha saldado su deuda con Rubén. La probabilidad de obtener este premio es de una entre 14 millones, una bendita casualidad que deja una curiosa historia detrás.