El primer "1, 2, 3, 4" que precedía habitualmente a la tormenta que fueron los conciertos de The Ramones se pudo escuchar un día de verano de 1974 en la mítica sala CBGB de Nueva York. Hacía cinco años exactamente que el norte del estado había acogido a las masas de hippies que atestaron Woodstock. Un lustro más tarde, el sueño del verano del amor había muerto en la vorágine de la guerra de Vietnam, la crisis de opiáceos y la recesión económica, y otro espíritu más incendiario pugnaba por abrirse paso a puñetazos y patadas.
Pero en 1974 todavía nada de eso existía. Ni siquiera el primer número del fanzine 'Punk', que dio nombre a aquel movimiento revolucionario, había sido impreso. Todo eso llegó más tarde, en el 77, con el asedio que supuso la música de The Clash y Sex Pistols, quienes terminarían por apuntalar todos los clichés del género.
Tres años antes, la base ya estaba allí. Cuatro jóvenes, hartos de la música disco que se radiaba día y noche, llevando el rock blando de su adolescencia y el doo-wop (un estilo vocal de música nacido de la unión de los géneros rhythm and blues y góspel, muy popular en los años 50)hacia la vida en la calle y los estribillos memorables, supliendo con energía su falta de conocimientos musicales.
El homónimo 'Ramones' y el CBGB se convirtieron en la aldea gala de los renegados de la ciudad
Quienes pudieron presenciar el primer recital de The Ramones lo calificaron como caótico. Sin embargo, la banda consiguió una residencia en el CBGB y la voz se corrió. Su público se encontraba cada noche con un set cortísimo que les valió el nombre de 'blitzkrieg', como la guerra relámpago desarrollada por la Wehrmacht (fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi) en la II Guerra Mundial.
Unos meses más tarde, el grupo ya estaba grabando su primer disco. El homónimo Ramones y aquel pequeño reducto del Lower East Side se convirtieron en la aldea gala de los renegados de la ciudad. Unos años más tarde, por sus tablas pasaron Blondie, Talking Heads, Television, Richard Hell and the Voidoids o Patti Smith, usando este espacio como trampolín para sonar en el resto del mundo.
Música de acera
Los cuatro miembros de los Ramones parecían sacados de una tira de cómic. Los peinados casi idénticos, a tazón, y las chupas cortas llegarían más tarde. En aquella tarde de 1974, solo su vocalista, Joey, vestía de aquella manera única que acabó trascendiendo en el tiempo. El resto lo haría unos meses más tarde, oficializando la transición en la portada de su primer disco homónimo, publicado en 1976 y reproducido hasta la saciedad en todo tipo de formatos: vinilos, posters, camisetas... y hasta tazas.
La chaqueta de cuero modelo 'perfecto', popularizada por James Dean en Rebelde sin causa, se convirtió en un icono. Este era también el uniforme oficial de los chaperos de la ciudad, profesión que había practicado su bajista Dee Dee durante años y que fue inspiración de temas como 53rd and 3rd, entre otros. Él era, sin duda, el miembro que mejor conocía las miserias que mediaban entre la acera y el escenario, y quien mejor supo traerlas al imaginario de la banda.
Una carrera a tirones
A pesar de su influencia, la de los Ramones no fue una carrera de éxitos. La banda estuvo perseguida por los fantasmas de la mala fortuna. Su carrera nunca terminó de despegar en su país natal, aquel donde más referencias musicales compartían y donde mejor se debía comprender su espíritu. A cambio, obtuvieron la fascinación de buena parte de Europa, Japón o Argentina, donde fueron capaces de movilizar a millones de fans, llegando incluso a provocar serios problemas de seguridad nacional en sus visitas.
Los problemas entre su vocalista, Joey, y el guitarra Johnny Ramone también añadieron peso a una carga cada vez más insoportable. Las posiciones políticas irreconciliables y la enemistad tras el abandono de la novia de Joey en favor de Johnny provocaron el cisma entre ambos. No se dirigieron la palabra el resto de su carrera musical; una brecha que se fue acrecentando con los años y que tampoco mitigó la muerte del cantante en 2001, cuando el guitarrista se negó a asistir al funeral de su compañero.
Aquel primer concierto de The Ramones habría resultado casi imposible de organizar actualmente entre los alquileres abusivos y la falta de espacios para la música en directo
Las extenuantes giras también mellaron la salud de sus miembros. Los reemplazos se fueron sucediendo a lo largo de los años. Tommy Ramone, su primer batería, fue sustituido por Marky en 1978, quien todavía mantiene activa la marca del grupo dando recitales por todo el mundo -y dejando algún que otro disgusto en las ondas radiofónicas patrias-.
Del CBGB a 2024
El CBGB surgió de la intención de su dueño, Hilly Kristal, de crear una sala de conciertos de country y bluegrass en una zona deprimidísima de Manhattan. Aunque aquello de la música folklórica no cuajó entre los parroquianos y se convirtió en el refugio de todas las propuestas musicales de los inadaptados de la ciudad. En los años siguientes, esta propuesta se difundió como la pólvora y no tardó en hacer acto de presencia Seymour Stein, responsable de la mayoría de discos que el sello Sire -responsable de la difusión de los discos de Madonna o The Replacements- publicó en aquellos años de nueva ola musical neoyorquina.
Aunque el local cerró en el año 2006, la influencia del CBGB y la música que nació en sus márgenes sigue siendo igual de relevante. Aquel primer concierto de The Ramones habría resultado casi imposible de organizar actualmente entre los alquileres abusivos y la acuciante falta de espacios para la música en directo que sufren nuestras ciudades, siempre deficitarias para las propuestas independientes frente a tiqueteras, promotoras y giras millonarias.
Ni siquiera aquella meca de la música punk se pudo librar de la especulación inmobiliaria que terminó por expulsar al mítico local del Lower East Side. La presión política y social, los conciertos benéficos o la movilización de media industria musical que dio sus primeros pasos entre sus muros atestados de pintadas y firmas sirvió para frenar su cierre.
El CBGB y los Ramones no han conseguido sobrevivir hasta nuestros días. Pero resulta gratificante pensar que, echando la vista atrás, hace cincuenta años, la música, la banda y el espíritu que les empujó a tomar el escenario aquel día de agosto sigue presente ente nosotros, con los mismos obstáculos y la misma energía para derribarlos.