Muchos han comenzado a preguntarse por qué no hay tanto material en el sistema solar exterior como sugeriría la lógica. Además, ¿por qué Neptuno es mucho más masivo que Urano, que está más cerca del Sol? ¿Y por qué tantos de los objetos más pequeños en el sistema solar exterior tienen órbitas de formas tan extrañas?.
Al abordar estas cuestiones, muchos científicos espaciales han empezado a preguntarse si una estrella podría haber estado deambulando cerca durante los primeros tiempos del sistema solar, llegando lo suficientemente cerca como para extraer algunos de los objetos en las partes externas del sistema solar desde sus posiciones anteriores.
La idea de una estrella rebelde se ha debatido durante algún tiempo, pero la teoría no se ha adoptado debido a la sincronización: si una estrella hubiera vagado tan cerca, habría sido aproximadamente 10 millones de años después del nacimiento de nuestra galaxia, por lo que los objetos en el sistema solar exterior todavía se estarían formando, siendo poco probable que fueran impactados por una estrella rebelde.
En su artículo publicado en arXiv, investigadores del Instituto Max-Planck y la Universidad de Queen sugieren que las investigaciones recientes de otros equipos que estudian la formación de otros sistemas solares han demostrado que las partes externas de dichos sistemas pueden estar más desarrolladas que sus partes internas.
Sugieren que, si ese fuera el caso de nuestro sistema solar, entonces es posible que las partes externas hayan madurado hasta el punto en que podrían haber sido impactadas por la atracción gravitacional de una estrella que pasa. Para probar su teoría, crearon una simulación de tal escenario y descubrieron que se correspondía muy estrechamente con lo que podemos ver hoy en día: un sistema solar con características extrañas en sus bordes externos.
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