La misión, que pretende ayudar a esclarecer los misterios que esconde el astro rey y que está previsto que llegue en el mes de noviembre, depende ahora de la nueva fecha de lanzamiento. El cohete Delta IV Heavy de la compañía United Launch Alliance tenía previsto inicialmente el despegue este sábado desde la base aérea de Cabo Cañaveral de la Agencia Aeroespacial de EEUU (NASA) con la sonda a bordo y tras dos demoras fue cancelado por motivos técnicos.
La sonda recogerá información más cerca del Sol que ninguna otra astronave ha hecho hasta ahora y permitirá resolver al fin por qué la atmósfera del astro rey está a unos 6.000 grados centígrados mientras que la propia superficie solar se encuentra a más de un millón de grados.
Esto en principio parece ilógico, ya que "normalmente, si tenemos una fuente de calor y nos alejamos de ella, el ambiente se enfría. Pero en el Sol sucede lo contrario", explicó astrofísico español David Lario, científico de la Universidad John Hopkins, creadora de la sonda.
Tras años de investigación, el equipo dio con la manera de que la sonda resista a un calor equivalente a 500 veces lo que experimentamos en la Tierra y realizar, así, observaciones "in situ". Se trata de un escudo térmico que soportará temperaturas de 1.400 grados centígrados y mantendrá los instrumentos del interior de la aeronave a temperatura ambiente (30 grados centígrados).
"Esta misión es un tremendo desafío de ingeniería y ciencia. La información que nos dé va a revolucionar nuestro entendimiento del Sol", aseguró Juan Felipe Ruiz, ingeniero mecánico de la sonda Parker en una rueda de prensa anterior al lanzamiento.
La sonda, de dimensiones pequeñas (65 kilos y 3 metros de altura), llegará a una distancia de 6 millones de kilómetros del Sol, lo que equivale a 4 centímetros de él si la Tierra estuviera a un metro del Sol.
Además, la sonda alcanzará los 700.000 kilómetros por hora, la velocidad más alta que hasta ahora ha desarrollado cualquier otra nave construida por el hombre. Una velocidad que equivale a viajar entre Nueva York y Tokio en un minuto y que permitirá a la sonda alcanzar el Sol en noviembre.
La sonda, que orbitará 24 veces alrededor del Sol y se irá acercando progresivamente a éste con la ayuda de la gravedad de Venus, llegará a su punto más cercano en 2025, cuando se podrá reunir la información de más valor.
Tiene un coste de 1.500 millones de dólares (1.200 millones de euros) y llevará por primera vez el nombre de una persona en vida, el físico estadounidense Eugene Parker, de 91 años, quien desarrolló en los años cincuenta la teoría del viento solar.
"Es muy emocionante que finalmente podamos echar un vistazo a una región del espacio que nunca antes se había explorado. Estoy seguro de que habrá algunas sorpresas. Siempre las hay", dijo el propio Parker al periódico de la Universidad de Chicago, donde es profesor emérito. Las turbulentas dinámicas del Sol afectan directamente a la Tierra en forma de tormentas solares que pueden llegar a afectar los satélites, además de dificultar otras misiones espaciales o alterar las redes eléctricas de la propia Tierra.
"Ahora podremos disminuir el tiempo y el error de los pronósticos de las tormentas solares", dice Yaireska Collado, física de la NASA.
Además de predecir las erupciones solares que llegan a la Tierra en pocos minutos, el estudio del Sol ayudará a entender las otras estrellas que hay en el Universo, mediante el análisis al detalle de las partículas que expulsa la estrella que tenemos más cerca, además de su campo magnético y eléctrico.
Stuart Bale, el creador de uno de los cuatro instrumentos principales de los que consta la sonda, aseguró que los primeros datos que se obtendrán serán "revolucionarios". "Primero serán sólo un montón de números, pero el equipo tomará todos estos números y hará visualizaciones. Será sorprendente", aseguró el científico de la NASA.
Aunque la duración oficial de la misión es hasta 2025, la sonda extenderá su vida alrededor del Sol tanto cuanto dure su combustible. Éste dependerá de las correcciones que el artefacto tenga que hacer para mantener siempre su escudo alineado con el Sol y evitar así que la aeronave se funda.
Publicado en 'Science'
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Para ello, los investigadores de la Universidad de Stanford han aplicado de manera tópica un colorante alimentario común y ello ha permitido observar sus vasos sanguíneos y el funcionamiento de los órganos y los músculos.