Un biólogo indonesio prepara un vaso de agua a unos 50 grados, para meter dentro una bolsa hecha de yuca, que no de plástico. Le da unas cuantas vueltas y se la bebe. Demuestra así que si las bolsas vegetales que ha creado acaban en el mar, los peces se las pueden comer sin sufrir daños.
También ha ideado un chubasquero hecho de maíz, soja y semillas de girasol o unos cubiertos de madera de abedul. Al carro de las bolsas que se beben se han ido subiendo otros tantos: unos chilenos las hacen de alcohol de polivinilo.
Aquí es España los grupos ecologistas ven este mercado como un pequeño parche, pero nunca como una alternativa: "Todo esto necesita recursos naturales del planeta que no tiene y en algún momento también los terminamos agotando", explica Julio Barea, de Greenpeace. La única solución, dicen, es reutilizar: "La clave es dejar esta economía lineal que es compro, consumo durante muy poquito tiempo y lo tiro", asegura Paco Segura, de Ecologistas en Acción.
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En España podemos hacernos, por ejemplo, con unas pajitas de azúcar comestible. Ocho sabores que aguantan hasta 45 minutos en líquido sin deshacerse. Porque de las pajitas de plástico de toda la vida solo aquí consumimos más de 5000 millones al año. Un brindis por la sostenibilidad.