"El germen de estas enfermedades no es otro que el proceso molecular de envejecimiento; de manera que si en un futuro fuéramos capaces de frenar por completo el proceso de envejecimiento y mantenernos siempre jóvenes, estas enfermedades tendrían una incidencia muy baja", sentencia Blasco convencida de sus investigaciones.

Asegura que la eterna juventud acabaría con muchas de las enfermedades que nos acechan actualmente. El envejecimiento propicia el nacimiento de estos males degenerativos que cada año contribuyen a las tasas de mortalidad mundiales. Entonces, resulta lógico entender que la eterna juventud pueda acabar con enfermedades como la demencia o el párkinson.

Es el principal argumento en el que se apoya el trabajo de María Blasco. El porqué de sus investigaciones se encuentra, precisamente, en el bienestar del ser humano, la perpetuidad de la raza y la mejora de los límites físicos del hombre. Acabar con el alzhéimer o el cáncer pasa por ralentizar el proceso molecular de envejecimiento que, al fin y al cabo, es responsable de estas enfermedades.

Teresa no puede cuidar a su madre con alzhéimer por sus horarios

Almudena y Teresa son cajeras en un supermercado Alcampo de Madrid desde hace más de 25 años y sus jefes podían modificar sus horarios con sólo cinco días de antelación. Todo vale para abarcar el máximo de horas y de días de la semana.

Frame 72.781996 de: Teresa no puede cuidar a su madre con Alzheimer por la elasticidad de sus horarios: "No sé qué tiempo le queda"

Lácteos, dulces, carne, refrescos... los alimentos que incrementan el riesgo de alzhéimer

Cerca de 42 millones de personas padecen demencia y alzhéimer en el mundo. Las cifras aumentan y los motivos parece explicarlos la dieta. El consumo de alimentos animales característico de Occidente parece ser un agravante.

El alzhéimer es el tipo más común de demencia y los casos aumentan en todo el planeta. En la actualidad, cerca de 42 millones de personas padecen este tipo de enfermedades y los factores de riesgo más importantes parecen estar vinculados a la dieta, especialmente el consumo de carne, dulces y productos lácteos altos en grasa que caracterizan a una dieta occidental.

Según un artículo de revisión de literatura médica al respecto, publicado en la revista del American College of Nutrition, indica que, cuando Japón hizo la transición nutricional de la dieta tradicional japonesa a la dieta occidental, la tasa de enfermedad de alzhéimer aumentó de 1% en 1985 al 7% en 2008.

La evidencia de estos factores de riesgo, que provienen de los estudios ecológicos y observacionales, también muestra que las frutas, verduras, granos, productos lácteos bajos en grasa, legumbres, pescado y se asocian con un menor riesgo. Además de la revisión de la literatura de revistas, un nuevo estudio ecológico se llevó a cabo utilizando la prevalencia de la enfermedad de alzhéimer de 10 países (Brasil, Chile, Cuba, Egipto, India, Mongolia, Nigeria, República de Corea, Sri Lanka y Estados Unidos) junto con datos de la dieta seguida 5, 10 y 15 años antes de los datos de prevalencia.

La ingesta habitual de carne o productos animales (menos leche) 5 años antes de prevalencia de la enfermedad de alzhéimer tenía mayor correlación con la prevalencia de la enfermedad. El estudio examinó el riesgo específico de desarrollar la enfermedad de alzhéimer al que se enfrenta cada país y región en función de sus hábitos dietéticos asociados. Los residentes en Estados Unidos parecen estar particularmente en riesgo, ya que estos ciudadanos tienen aproximadamente un 4% de probabilidad de desarrollar la enfermedad debido en buena parte al patrón de dieta occidental, que tiende a incluir una gran cantidad de consumo de carne.

El autor del trabajo, William B. Grant, afirma que "la reducción del consumo de carne podría reducir significativamente el riesgo de enfermedad de alzhéimer, así como de varios tipos de cáncer, la diabetes mellitus tipo 2, el derrame cerebral y, probablemente, la enfermedad renal crónica".

A su juicio, "la creciente evidencia en todos los estudios indica que el patrón de dieta occidental -sobre todo la gran cantidad de carne que incorpora- está fuertemente asociada con el riesgo de desarrollar enfermedad de alzhéimer y otras enfermedades crónicas. A pesar de que la tradicional dieta mediterránea se asocia con aproximadamente la mitad del riesgo que la dieta occidental, las dietas tradicionales de países como India, Japón y Nigeria, con muy bajo consumo de carne, se asocian con una reducción adicional del 50% en el riesgo de la enfermedad de alzhéimer".

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