Las universidades Northwestern, Georgia y California, EEUU, han descubierto una posible forma de bloquear el virus del Ébola gracias a la proteía humana RBBP6, según ha publicado la revista Cell. Ésta ayudaría a combatir la enfermedad y otro tipo de infecciones virales letales.
El estudio explica que cuando la proteína VP30 del virus del Ébola se une a una proteína huésped RBBP6, ésta segunda bloquea su reproducción al impedir que interactúe con las nucleoproteinas para su propagación.
A medida que los virus desarrollan y evolucionan sus propias proteínas para sortear las defensas inmunológicas del cuerpo, las células humanas también progresan en sus mecanismos de defensa contra ellos, una carrera evolutiva que ha estado en curso durante millones de años que tiene un fin terapéutico.
Judd Hultquist, coautor de la investigación, ha manifestado que lo que imaginan es crear "un medicamento de molécula pequeña que imita a esta proteína humana y podría usarse en respuesta a un brote del virus del Ébola".
Junto a sus colaboradores utilizaron la espectrometría de masas, una técnica que identifica elementos específicos en una muestra por masa, para buscar interacciones entre las proteínas humanas y las proteínas del virus del Ébola. Finalmente encontraron pruebas sólidas que confirmaban una interacción entre la proteína VP30 del virus del Ébola y la proteína humana RBBP6.
El Ébola es un virus que ha causado brotes repetidos, a menudo mortales, durante las últimas cuatro décadas. Uno de los más grandes causó 28,000 infecciones y 11,000 muertes en África occidental entre 2013 y 2016. No obstante, a día de hoy sigue siendo una amenaza grave para la salud pública.
El pasado 1 de agosto la República Democrática del Congo declaró un nuevo brote del virus en la provincia de Kivu del Norte y ahora se ha propagado a Butembo convirtiéndose en el segundo brote de ébola más grande en la historia. Hasta la fecha hay 423 casos confirmados y 225 muertes confirmadas en el noreste del país.
Publicado en 'Science'
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Para ello, los investigadores de la Universidad de Stanford han aplicado de manera tópica un colorante alimentario común y ello ha permitido observar sus vasos sanguíneos y el funcionamiento de los órganos y los músculos.