El otoño ya está aquí. Una estación que viene marcada por el equinoccio, un acontecimiento astronómico que ocurre dos veces al año: una en otoño (este año, el 22 de septiembre) y otra en primavera (en el mes de marzo). La principal consecuencia de este evento es que el día dura aproximadamente lo mismo que la noche, debido a la distancia que guarda el eje de la Tierra con respecto al Sol.
Los equinoccios marcan el final del verano y del invierno. Es decir, son los inicios de estación opuestos a los conocidos solsticios. Pero, ¿en qué se diferencian unos y otros? ¿Cómo se originan? Para responder a estas preguntas, hay que hacerse antes otra: ¿dónde está la Tierra en ese momento del año?
Distancia, época y posición: las claves para diferenciar solsticios de equinoccios
La distancia del eje de rotación de la Tierra con el Sol varía durante el año. Esto es lo que nos permite distinguir las estaciones: el solsticio de verano se produce cuando la inclinación de dicho eje hacia el Sol es máxima. En ese momento, podemos apreciar cómo la estrella está más elevada que nunca al mediodía (en caso del Hemisferio Norte). También se distingue en el contraste: el día es mucho más largo con este fenómeno, mientras que la noche se reduce.
El solsticio de invierno es justo lo contrario: la distancia entre el eje de la Tierra y el Sol es la más grande posible; de este modo, la estrella está muy baja al mediodía y las noches son más largas. Ahora bien, ¿qué es lo que ocurre en el equinoccio? Realmente, es el paso intermedio entre el verano y el invierno: el eje de la Tierra no se inclina ni se aleja hacia el Sol. De hecho, se mantiene en paralelo, de tal forma que la duración del día y la noche es prácticamente idéntica en todas las latitudes.
Hay unos seis meses de diferencia entre un equinoccio y otro. A diferencia de lo que ocurre con los solsticios, que son en verano y en invierno, estos son en primavera y otoño. El inicio de las estaciones viene dado por aquellos instantes en los que la Tierra se encuentra en unas determinadas posiciones en su órbita alrededor del Sol.
En caso del otoño, estación en la que nos adentramos, esta posición se da “cuando el centro del Sol, visto desde la Tierra, cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el sur”, explica el Instituto Geográfico Nacional. Y en el momento en que en el hemisferio norte empieza el otoño, en el hemisferio sur comienza la primavera.
Las previsiones de este año, según los cálculos del Observatorio Astronómico Nacional, ubican el equinoccio a las 15:31 horas en la península.
El inicio del otoño es la época del año en que la longitud del día se acorta más rápidamente. En las latitudes de la península, el Sol sale por las mañanas más de un minuto después que el día anterior, y por la tarde se pone más de un minuto antes. Es decir, cuando empieza el otoño, el tiempo en que el Sol está por encima del horizonte disminuye casi tres minutos cada día. Todo un evento astronómico que marca las fases del año.
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