La farmacéutica Boots quería investigar un tratamiento para paliar los dolores de la artritis reumatoide, para ello, el científico Stewart Adams creó un fármaco antiinflamatorio teniendo en cuenta algunos antecedentes que no utilizaban esteroides, lo que disminuía los efectos secundarios.
La aspirina era uno de los fármacos más utilizados pero, los efectos secundarios de la misma incrementaban a medida que se administraban dosis más altas. Unas cantidades necesarias para paliar los dolores de la artritis.
El científico experimentó entonces una peculiar manera de probar la eficacia de su creación farmacéutica: se autosuministró un ibuprofeno después de haber pasado toda la noche de fiesta con sus amigos y su dolor de cabeza desapareció: "Así que me preparé una dosis de 600 mg sólo para estar seguro y descubrí que era muy efectiva", aseguró a la 'BBC'.