El último eclipse de luna que se vio en España fue el 28 de septiembre de 2015. Y este viernes, el mundo ha vuelto a caer rendido a los pies de este fenómeno, en el que La Tierra se interpone entre el sol y la luna y ésta última se mete en su sombra. De hecho, La Tierra se interpone entre ambos una vez al mes. Por esta regla tendríamos un eclipse de luna total todos los meses.
Pero no, no funciona así, y esto es porque el plano en el que gira la luna alrededor de la Tierra no es el mismo en el que ésta gira alrededor del sol. Este ha sido un eclipse "especial" porque ha sido el más largo del siglo. Duró más de una hora y media. En ese rato, hemos podido ver a una luna enteramente roja. La razón: la luz del sol (blanca) que atraviesa la atmósfera es absorbida por ésta. Sólo el color rojo consigue escapar y rebotar sobre la luna.
Este baile celestial ya se ha visto numerosas veces en el siglo XXI pero, en esta ocasión, la luna se ha deslizado justo por el centro de la sombra. Este nuevo paso ha sido la clave para alargar su coreografía. De principio a fin, la luna se ha visto marcada por dos fenómenos físicos: la refracción y la dispersión. La refracción se dará lugar cuando la luz del sol se encuentre con un obstáculo, la Tierra.
La intensidad del rojo nos ha podido dar conocer la salud de la atmósfera, marcada por la contaminación, los últimos incendios registrados tanto en España como en otras partes del mundo y las erupciones volcánicas como las del Kilawea. Este eclipse también ha coincidido con el momento en el que Marte está más cerca de la Tierra de los últimos 15 años. Por eso, no solo nos ha permitido ver Marte; también Júpiter, Saturno y Venus.
Publicado en 'Science'
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Para ello, los investigadores de la Universidad de Stanford han aplicado de manera tópica un colorante alimentario común y ello ha permitido observar sus vasos sanguíneos y el funcionamiento de los órganos y los músculos.