Los pasillos repletos de cables, circuitos y procesadores que componen Internet son uno de los lugares más contaminantes del mundo: aunque no lo parezca, están detrás del 25% de las emisiones globales contaminantes. Y es que para que la world wide web funcione, necesita energía.
"Aunque no salga humo cada vez que hacemos un 'click' en nuestro ordenador, tenemos que ser conscientes de que hay muchísima energía detrás de todo esto, emitiendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero", alerta María Prado, responsable de campaña del área de Energía, Clima y Movilidad de Greenpeace. "Tenemos que tener en cuenta todas las redes de comunicación, satélites, cableado, nuestros propios dispositivos y toda la energía que hay detrás para fabricar todo esto y para hacerlo funcionar", incide.
Las grandes tecnológicas se han propuesto alcanzar las cero emisiones netas para 2030, pero con los años no hacen más que subir: solo Google ha disparado sus emisiones un 50% desde 2019. La culpable, dicen, es la inteligencia artificial. Para poder desarrollarla a un ritmo tan vertiginoso, se están ampliando e instalando cada vez más centros de datos por todo el mundo, lo que provocará la liberación de más gases de efecto invernadero.
Además, en un contexto mundial de sequía, el agua sigue siendo fundamental para esta industria. "Se necesitan grandísimas cantidades de agua para enfriar los centros de datos. Un agua potable, que en un contexto de cambio climático, pues no parece que tenga mucho sentido", denuncia en este sentido María Prado.
Greenpeace ya alertó en 2017 de que Internet, de ser un país, sería el quinto más contaminante del mundo. Por eso, es necesario que haya más normativas por parte de los gobiernos y un mayor compromiso de las grandes tecnológicas.
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